por Edgardo Imas, socio del CIHF
El FC Sankt Pauli volverá a jugar en la máxima categoría de Alemania, luego de haber conseguido en casa el ansiado ascenso tras trece años de ausencia del círculo superior. Atrás quedó la tristeza del 7 de mayo de 2011, cuando como local fue vapuleado 8 a 1 por el Bayern München y quedó decretado su descenso a la 2 Bundesliga mientras aún restaba disputarse una fecha.
El último ascenso del club hamburgués había tenido lugar en la 2009/10, cuando terminó segundo, a tres unidades del FC Kaiserlautern. Pero apenas un año duró esa permanencia en la Primera División.
La alegría por este nuevo éxito del St. Pauli se extendió por todo el mundo, ya que el club tiene peñas de fans en todos los continentes, producto de la identificación de miles de personas con las causas sociales que desde hace 45 años defienden a ultranza los seguidores del equipo alemán.
El St.Pauli fue fundado el 15 de mayo de 1910 por trabajadores portuarios de Hamburgo, la segunda ciudad más poblada de Alemania, con uno de los puertos más importantes de Europa. Su camiseta marrón, con vivos rojos y blancos en las mangas, se debe a que ése era el color de la indumentaria de trabajo de los obreros del puerto.
Su escudo original dista mucho de algún vínculo con el izquierdismo que actualmente caracteriza a buena parte de sus simpatizantes: sobre un fondo rojo hay tres torres blancas que representan a la catedral del barrio, con una cruz en una de ellas.
La Bundesliga arrancó en 1963 —el primer campeón fue FC Köln—, sin la participación de St. Pauli, que jugaba entonces en la Liga Regional de Norte, continuación de la vieja Oberliga. Ha estado ocho temporadas en la 1. Bundesliga, la primera de ellas en 1977/78. De ese mismo año 1963 data su actual estadio, el Millerntor, construido con las donaciones de socios y vecinos.
El punto de inflexión llegaría a comienzos de los años 80, cuando creció la cantidad de seguidores del equipo hamburgués, la mayoría de las cuales eran ideológicamente de izquierda y antifascistas, sostenedores de posiciones antidiscriminatorias y progresistas e integradores de colectivos perseguidos (gays, inmigrantes, squatters, etcétera). Se afianzó la alianza con un barrio caracterizado por la bohemia, una escena musical punk y una intensa actividad cultural.
Algunos de los jugadores del primer equipo viajaron por esos años a realizar tareas agrícolas de apoyo en Nicaragua, donde en 1979 había triunfado la revolución sandinista que tumbó al dictador Somoza.
En 2005 el plantel hizo la pretemporada en Cuba en solidaridad con su pueblo y su líder, Fidel Castro. Tres años más tarde, se inauguraban obras de remodelación en el estadio Millerntor con un partido amistoso ante la Selección nacional cubana, a la que goleó 7 a 0.
Estos cambios se vieron reflejados en la tribuna con la adopción de un emblema nuevo, la calavera pirata, además de banderas palestinas, del Che Guevara y de cualquier otra causa justa que anduviera sobrevolando en un mundo pletórico de injusticias. El viejo club pasaba de los 2.000 seguidores de fines de los 60 a los 30.000, que es la capacidad que tiene su actual estadio. Y también desarrolló la práctica de otras disciplinas deportivas.
En ese contexto surgieron cientos de hinchas de todo el mundo identificados con el fútbol antimercantilista que pregonan los hinchas del St. Pauli. Todos ellos seguirán muy atentamente la próxima temporada de una de las ligas más fuertes y ricas de Europa, con el deseo de que el St. Pauli se afirme en Primera y que desde las tribunas del Millerntor resuene bien fuerte la voz de los sin voz, más aún cuando en Alemania, como en el resto de Europa, crecen los sectores políticos ultraderechistas y xenófobos.