por Jorge “Piru” Cioccale, especial para el CIHF
Allá por el primer lustro de 1900, la vieja asociación de fútbol en Argentina era manejada por británicos. Según los primeros criollos, en este caso fundadores de Argentino de Quilmes, decían: “Los ingleses sostienen que no podemos jugar football y menos hacerlo en la forma que ellos lo ejecutan” (Fuente: Diario El Sol, nota a Isidoro Iriarte). Estas palabras, más el hecho de no dejar jugar a nativos de estas tierras salvo algún caso en especial, fue creando rispideces entre ingleses y criollos.
Por otro lado, el novel Racing Club, también equipo criollo, en un partido con Alumni 2 allá por 1906, enojados seguramente por algún fallo arbitral que favoreció a los anglosajones, comenzaron a cascotear la casilla donde se cambiaba el referee. Este informe llegó a la casa de la liga y el club sería expulsado sin contemplaciones. Al enterarse de ello, los señores Isidoro Iriarte y José Eduardo López, ambos de Argentino de Quilmes, defendieron en forma tenaz a Racing por ser otro equipo criollo, lograron revertir el fallo y Racing Club pudo continuar afiliado.
Esto fue el punto de inicio de una amistad basada en la estirpe criolla, ni más ni menos. Sobre todo unieron lazos entre dirigentes, criollos todos ellos, aunque a veces acompañados por algún extranjero rebelde.
Por el lado de Argentino de Quilmes estaban los Iriarte y los López, y del lado de Racing los Barceló y los Carbone. Todos ellos de la elite de la sociedad de aquellos tiempos, unos de Quilmes y otros de Avellaneda. Lo que si tenían entre ambos grupos, eran encuentros de amistad o reuniones de camaradería.
Años después, por circustancias de mejores o peores campañas o distintas decisiones, salvo en algún partido amistoso, no pudieron cruzarse futbolísticamente.
Justamente llegando 1910 se produce un hecho que casi los cruza por primera vez, pero otra vez el destino no quizo ese primer partido por los puntos entre entidades amigas. Racing Club logra el ascenso a Primera División y Argentino de Quilmes baja a segunda.
Ahí sucede un hecho trascendente con la casaca racinguista. La entidad de Avellaneda quiere usar los colores celeste y blanco en honor al centenario patrio. En ese momento, por los lazos de amistad y respeto (de aquellos años), nace de corazón pedirle permiso al criollo de la barranca quilmeña el uso de la misma casaca que Argentino de Quilmes venía usando de hace años atrás.
Así fue como, según registros fotográficos, el equipo de Avellaneda se pone la celeste y blanca a rayas el 18 de junio de 1911. Cosas del destino, fue frente a Quilmes con triunfo racinguista por 2 a 1 en el sexto encuentro del campeonato de Primera División. Para Quilmes convirtió Williams Jones, mientras que para Racing Club convirtieron Alberto Ohaco y Juan Perinetti.
Como dato de color, en una entrevista a José Eduardo López (h) en los años 90, el comentaba lo siguiente: “Cuando se reunia mi padre con los Iriarte, los dirigentes de Racing le tiraban como chanza ¿`vieron que desde que le dimos nuestra camiseta, no paran de ganar campeonatos´?”. Racing luego culminaría con el heptacampeonato.
Argentino de Quilmes frente a Racing jugaría a mediados de los años 20 y, por última vez, en 1939. Más adelante mandaron cartas de reconocimiento y en 1946, desde el viejo estadio de Avellaneda, llegaron 300 butacas a la barranca. Fue uno de los últimos contactos, tal vez agradeciendo esa jugada de Isidoro Iriarte y José Eduardo López.