por Martín De Vita*, especial para el CIHF
William Allerton Jordan fue, sin lugar a dudas, una de las figuras más influyentes en los albores del fútbol argentino. No solo por su desempeño dentro de la cancha, sino también por su incansable labor fuera de ella, sentando las bases del arbitraje y del profesionalismo en el país.
Desde sus inicios, Guillermo, como se lo conoció en Argentina, no solo jugó al fútbol, sino que lo estudió y enseñó con una meticulosidad admirable, convirtiéndose en una pieza clave en su desarrollo en el país. Con una visión forjada por el maestro británico Alexander Watson Hutton, forjó un legado imborrable. Ernesto Bavio, en su obra “Alumni, Cuna de Campeones”, lo describe con admiración: “Un árbitro debe ser, ante todo, el único responsable en el campo, con amplias atribuciones conferidas por las propias reglas del juego”. Inflexible, enérgico y justo, Jordan se convirtió en un referente indiscutido, dejando una huella profunda en generaciones de árbitros.
Dirigió los partidos más importantes de la época y escribió dos libros fundamentales: uno dedicado a la enseñanza del fútbol y otro al análisis y comentario de sus normas. Su aporte trascendió aún más: tradujo las leyes del hockey y brindó conferencias que se convirtieron en pilares del conocimiento deportivo en Argentina. Sus escritos fueron esenciales en la formación de árbitros y en la estandarización de las reglas en el país.
Fue uno de los fundadores del Colegio Argentino de Árbitros de Football, creado el 16 de julio de 1932. Un año después, asumió como presidente del Tribunal de Honor. También fue miembro del Consejo y tesorero de la Asociación Argentina de Football en varias temporadas, además de ser seleccionador de los primeros jugadores de la selección nacional. Su influencia en la estructuración del fútbol argentino fue vasta y determinante.
Hijo de un ingeniero inglés llegado a la Argentina para la planificación de la red ferroviaria, William nació el 29 de enero de 1876 en el barrio de Belgrano. Durante su juventud, fue alumno de la Buenos Aires English High School (B.A.E.H.S.), institución donde dio sus primeros pasos en el fútbol argentino, destacándose en diversas posiciones: mediocampista, delantero y hasta arquero.
En 1894 fue vocal del “Comité” de la Argentine Association Football League. Al no participar la English High School en la competencia, Jordan se unió a Flores AC. y luego a Lobos donde permaneció en el equipo hasta 1899, siendo su capitán. En 1898, su colegio fundó el B.A.E.H.S. Athletic Club, con el propósito de representar a la institución en diversas disciplinas deportivas, entre ellas el fútbol. Finalmente, en 1900, Jordan integró el equipo en el campeonato de Primera División y, a finales de ese año, participó en la histórica reunión en la confitería de la estación Constitución, donde se decidió cambiar el nombre del equipo a Alumni, evitando así cualquier asociación con el colegio que lo vio nacer.
Si bien su carrera como jugador fue breve, dejó su impronta en cada partido. En 1901, Alumni venció a Lomas por 1 a 0 en un partido decisivo, con Jordan desempeñándose como wing derecho. Sin embargo, en 1903, una lesión en la pierna lo alejó definitivamente del fútbol competitivo, llevándolo a enfocarse plenamente en su carrera como árbitro. En esta nueva faceta, su talento lo llevó a dirigir partidos internacionales, como la final de la Copa Uruguaya entre Nacional y Peñarol.
En 1905 asumió como tesorero de la Argentine Football Association y, al año siguiente, impulsó una medida clave: que las deliberaciones de la Asociación se llevaran a cabo en castellano, marcando la transición del fútbol de un deporte dominado por británicos a uno plenamente adoptado por los argentinos. En 1906, fue el árbitro del histórico partido donde Alumni derrotó 1 a 0 a Sudáfrica, convirtiéndose en el primer equipo argentino en vencer a un rival extranjero. En 1907, fue elegido vicepresidente segundo de la Argentine Football Association, logrando que la entidad obtuviera personería jurídica.
Entre 1924 y 1931, fue presidente del Quilmes Athletic Club, institución en la que dejó una marca indeleble. Durante su gestión, impulsó el crecimiento del club y contribuyó a su consolidación dentro del fútbol argentino. En ese período, se produjo un momento bisagra en la historia del fútbol nacional: la instauración del profesionalismo.
El 20 de abril de 1931, en una reunión de clubes, Jordan presentó un balance financiero que demostraba que los jugadores ya no podían ser considerados amateurs. Con claridad y firmeza, advirtió: “Si insistimos en seguir tratándolos como amateurs, tendremos que empezar de nuevo en la organización del fútbol”. Su visión y determinación abrieron las puertas a una nueva era en el deporte argentino, donde los jugadores comenzaron a ser reconocidos y remunerados como profesionales.
El legado de William Allarton Jordan trasciende el tiempo. Su pasión, su compromiso con la justicia deportiva y su valentía para impulsar cambios fundamentales lo convirtieron en un verdadero pilar del fútbol argentino. Su vida fue un testimonio de esfuerzo y dedicación, dejando una enseñanza imborrable en todos los que aman este deporte.
Falleció en Buenos Aires el 10 de agosto de 1947, pero su nombre sigue vivo en cada reglamento, en cada cancha y en cada corazón futbolero que valora la pasión y el compromiso con el juego limpio. Guillermo fue mucho más que un jugador o un árbitro: fue el arquitecto del fútbol argentino, un visionario que logró convertirse en una de las figuras más respetadas en la historia del fútbol nacional.
*Autor del libro “Alumni, el mito“