El CIHF estuvo presente en la edición 18 del “Encuentro Camisetero”, celebrado el sábado 10 de mayo en el Espacio Cultural Carlos Gardel de Chacarita.
Una estatua del “Zorzal Criollo” nos recibió en el rincón cultural de la calle Olleros. Cerca del mismo, una máquina de votación nos recordó que son tiempos eleccionarios en la ciudad de Buenos Aires. Adentro, una sala grande y sencilla, con un escenario para obras de teatro, fue el telón de fondo del primer “Encuentro Camisetero” del año, y el número 18 en su historia. Este evento reunió a diversos coleccionistas de camisetas y banderines para compartir algo que los une: el amor por los colores.
Ya desde las 10 de la mañana, una hora antes del inicio oficial, llegaron algunos de los exponentes. Muchos ya se conocían de ediciones previas y bromearon o recordaron alguna anécdota. Aparecieron percheros portátiles, camisetas y cajas por doquier. Todos se fueron colocando en sus lugares. Con la experiencia práctica que viene con el tiempo, muchos prepararon sus stands en solo minutos. Otros, en cambio, debieron ausentarse un momento para buscar algunos elementos que se olvidaron en sus casas.
El logo del evento, una pelota antigua de cuero en un círculo blanco con borde celeste, flameaba en una bandera que daba la bienvenida a los visitantes. Un eslogan rodeando el emblema: “Cómo no somos los únicos, decidimos ser los mejores”. Y las tres estrellas sobre el círculo, infaltables, rememoran el orgullo de esta tierra.
Debajo de la bandera, dos mesas comenzaron a recibir las donaciones de alimentos no perecederos. Paquetes de arroz y fideos se amontonaron en un acto que no es más que la muestra de la tracción a sangre que hace posible el encuentro; una materialización de la solidaridad presente. El buffet se armó con café, bebidas, bocadillos y tortas, a cómodos precios. Todo estaba listo para el inicio del evento.
Los stands fueron variados y no se relacionaron exclusivamente con camisetas. Entre ellos, estuvieron coleccionistas de pines, creadores de pequeñas maquetas de estadios apoyados en la impresión 3D, páginas de instagram como Pasión del Interior exponiendo las camisetas más llamativas y el mismo CIHF, con libros de socios sobre la historia del fútbol.
Pero los stands de camisetas, claro, predominaron y llamaron la atención de todos los visitantes: camisetas de Brasil, de las ligas del interior del fútbol argentino, de equipos con nombres curiosos, de las ligas internacionales más conocidas. Y, por supuesto, los especialistas de algunos clubes: Douglas Haig, Aldosivi, Yupanqui, El Porvenir, Juventud Antoniana de Salta y más. Elásticas de ocasiones especiales, de ídolos, de algún diseño que jamás volvió a usarse. Las rarezas aparecieron en todo el recinto. Independiente de Limeira (del ascenso paulista de Brasil) y Christiania (equipo de la ciudad libre danesa que milita en el ascenso danés) fueron algunas de ellas. Y la celeste y blanca, agraciada por los nombres de los últimos campeones.
Comenzaron las caminatas entre los puestos, las negociaciones, los intercambios, los escaneos de códigos QR. La jornada fue tranquila y muchos de los organizadores también aprovecharon a saludar a un amigo o a conseguir aquella camiseta que venían buscando hace rato. O para picotear algo del buffet, porque era necesario llegar hasta las 18.
El cierre de la jornada fue tan veloz como el inicio. Las camisetas se doblaron con cuidado para la próxima ocasión que invitara a lucirlas. Los percheros se desarmaron, las cajas reaparecieron y, en minutos, no quedó rastro alguno del rato futbolero que allí sucedió. Pero antes, la foto del cierre sobre el escenario. Se juntaron todos los expositores para recordar el evento. Así, las camisetas de River, de Liverpool, de Senegal, de San Lorenzo y cualquier otro equipo se juntan en una democracia de colores. Porque esa es, en definitiva, la esencia del evento. Es el encuentro, el compartir algo que nos hace feliz, la pasión por lo que nos mueve: los colores. Algo que todos los futboleros tenemos en común.