Daniel Willington: el “Inglés” que jugaba con elegancia criolla

Por Gustavo González (socio del CIHF)

 

El fútbol argentino despide con profundo pesar a Daniel Alberto Willington, uno de los jugadores más talentosos y carismáticos de su tiempo. Murió ayer a los 83 años, luego de permanecer internado en el Hospital Cardiológico de Córdoba. Su partida enluta a Talleres de Córdoba y Vélez Sarsfield, los dos clubes que lo idolatran y a los cuales condujo en su etapa como Director Técnico, y a todos quienes lo admiraron por su estilo único, su pegada y su habilidad extraordinarias, y su inteligencia dentro del campo de juego.

Oriundo de Santa Fe, Daniel llegó a Córdoba siendo apenas un niño, cuando Talleres compró el pase de su padre, Atilio “el Toro” Willington. Creció a dos cuadras de La Boutique, el estadio de Talleres, y firmó su primer contrato con el club en 1959. Debutó en la Primera División el 7 de junio de ese año, en una goleada 5-2 sobre Huracán del barrio La France de Córdoba (denominado “Los Luminosos”). Desde entonces, su talento comenzó a deslumbrar a los hinchas cordobeses.

Uno de sus inolvidables hitos con la camiseta albiazul fue el gol de tiro libre en el clásico ante Belgrano en 1974, en Alberdi: un disparo perfecto desde 30 metros que sorprendió al arquero Héctor Tocalli y selló una jornada épica en la historia de la “T”.

Con Talleres, Willington jugó 168 encuentros, convirtió 66 goles y conquistó 17 títulos, entre ellos 16 campeonatos cordobeses y la Copa Hermandad (torneo no oficial).

Sus destacadas actuaciones en el fútbol de la Docta le abrieron las puertas de Vélez Sarsfield, que lo incorporó a principios de 1962.

Si bien había brillado en un amistoso de pretemporada frente a Boca su debut oficial con los colores velezanos -el 25 de marzo- no fue muy promisorio: derrota 4 a 0 ante Huracán y expulsión a los 11 minutos del segundo tiempo por protestar. Sin embargo, pronto comenzó a tomar protagonismo y a manejar las riendas del equipo. El 19 de abril, por la 5° fecha, marcó su primer tanto en la victoria por 3 a 1 sobre Chacarita.

Ese mismo año, luego del Mundial de Chile, fue convocado por primera vez a la Selección Nacional, para el partido que, por la Copa Lipton, Argentina le ganó a Uruguay por 3 a 1 con un gol suyo. La trayectoria de Willington con los colores nacionales fue intermitente: jugó -entre 1962 y 1970- un total de 11 partidos, en los que marcó un solo tanto, y fue parte del plantel que se quedó con la Copa de las Naciones en 1964 aunque sin sumar minutos en cancha.

Con la “V” azulada en el pecho el Daniel fue protagonista y símbolo del equipo que consiguió el primer campeonato de primera división en la historia del club, el Nacional 1968, un título que cambió la historia del Fortín.

En 1969 el Amalfitani se vistió de gala para recibir al Santos de Pelé. El resultado fue un empate 1 a 1, pero lo más destacado tal vez haya sido la declaración de “O Rey” al finalizar el encuentro, en referencia a él: “…es el mejor jugador del Mundo”.

En 1971 fue transferido a los Tiburones Rojos de Veracruz, México, donde jugó solo un año para regresar luego a la Argentina, contratado por Huracán, club en el que participó de 8 partidos.

Ya instalado nuevamente en Córdoba, pasó por Instituto, donde intervino en otros 8 encuentros y compartió plantel con dos jóvenes promesas que luego serían campeones del mundo, Mario Kempes y Osvaldo Ardiles, y nuevamente por Talleres, antes de poner fin a su enorme carrera futbolística en un último paso por Vélez Sarsfield.

Regresó al Fortín en 1978 para despedirse del fútbol profesional, reencontrándose con su gente en un amistoso frente a All Boys que muchos recuerdan por su gesto técnico intacto pese al paso del tiempo, y cerrando su historia en Liniers con 212 presencias y 65 goles.

Cantante de tangos aficionado, amigo íntimo de Ringo Bonavena (quien lo llevó a Huracán) y protagonista de un cuento que le dedicó el genial Negro Fontanarrosa, su figura trascendió generaciones: una tribuna del estadio Mario Alberto Kempes de la ciudad de Córdoba y una estatua en la sede del Club Atlético Vélez Sarsfield lo recuerdan eternamente, en los que él consideraba sus dos lugares en el mundo.

El CIHF rinde homenaje a Daniel Alberto Willington, un jugador de época, alguien que supo unir talento, carisma y amor por la pelota, maestro del fútbol argentino y puente entre el potrero y la leyenda. Su nombre quedará grabado entre los grandes artistas de nuestra historia futbolística.

 

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