El ex futbolista y director técnico Alejandro Sabella, falleció a los 66 años. Estaba internado por complicaciones en su salud desde el 25 de noviembre. Uno de los socios del CIHF lo conoció desde muy chico y se ofreció a escribir estas líneas.
Por Raúl Ramírez, socio del CIHF.
Lo conocí cuando ambos teníamos 13 años. Fuimos compañeros en primer. Año del Colegio Guadalupe. Primero me sorprendió como el extraordinario jugador de fútbol en ciernes que ya era, y que demostró estar, la primera vez que le tiraron una pelota en el patio del colegio, a años luz de la manada de entusiastas pataduras que lo rodeábamos.
También supe luego que se podía compaginar esa habilidad deportiva con la condición de mejor alumno del curso, y lo que es más importante, con la de buena persona, en un ámbito en el que no recuerdo que abundaran.
No fuimos amigos, pero siempre me prodigó un trato cordial a mí, que estaba en el otro extremo en cuanto a habilidades deportivas.
Tras 3 años yo me fui, y no me enteré que había elegido el fútbol profesional, tal como era augurable, hasta que lo vi aparecer en la primera de River allá por 1974.
Empezaba el tránsito por la etapa pública de su trayectoria, que se prolongó hasta hoy, y que sirvió para ratificar y amplificar sus dotes deportivas y humanas.
Lamentablemente la salud le empezó a jugar malas pasadas desde que terminó el Mundial 2014. Hasta esta triste despedida.
Con la alegría de haberte conocido, de admirarte luego como futbolista y como conductor de la Selección Nacional, de saber de tus ideales y tus sueños que iban mucho más allá de una pelota, te digo adiós, querido compañero.
Su vida deportiva
Exquisito futbolista, la “10” de River Plate, el club en el que se inició profesionalmente, no le quedó grande, así como no le quedaría grande la de ninguno de los clubes que defendió. Tras jugar con su padre y su hermano en los torneos internos de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, siendo un pibe llegó a las inferiores de River, debutando con 19 años en Primera División en un partido del Metropolitano de 1974 (un 3 de marzo, reemplazó a Jorge Luis Ghiso a 8 minutos del final en un 1-0 ante All Boys en cancha de Ferro).
Con la banda roja jugó hasta 1978. Contribuyó a la conquista de tres campeonatos, el Metro y el Nacional de 1975 y el Metro de 1977). La presencia del súper ídolo millonario, Alonso, le jugaba en contra pese a su enorme talento.
Emigró a Inglaterra, donde hasta fines de 1981 actuó primero en el Sheffield United y luego en el Leeds. De vuelta a la Argentina, recaló en el club con el que se lo identifica en el recuerdo popular: Estudiantes de La Plata, donde estuvo de 1982 a 1984, ganando dos campeonatos (Primera División ’82 y Nacional ’83) con la conducción de Carlos Salvador Bilardo, en un equipo en el que compartió mediocampo con otros talentosos como Trobbiani y Ponce. Jugó luego en el Gremio de Porto Alegre, con el que conquistó dos campeonatos estaduales en 1985 y 86, retornando al pincharrata en la temporada 1986/87. Pasó luego por un Ferro Carril Oeste, que intentaba rearmarse tras el ciclo Griguol y finalmente se retiró en el Irapuato mexicano próximo a cumplir 35 años.
Al jugador lo siguió el Director Técnico. Que tardó quizás demasiado tiempo en desplegar todas sus posibilidades, pues durante buena parte de su trayectoria fue ayudante de campo de Daniel Passarella, con ciclos en River Plate y en la Selección Argentina (incluyendo el Mundial de 1998). También estuvieron juntos en Uruguay, y en el Parma, el Monterrey y el Corinthians.
Recién en 2009, próximo a cumplir 55 años se decidió a independizarse como conductor técnico, y aceptó una propuesta de Estudiantes de La Plata. Demostraría allí que tenía condiciones de sobra para esa función, que quizás debería haber asumido en plenitud mucho antes. Con el pincha platense ganó la Copa Libertadores de 2009, superando en la final al Cruzeiro en el mismísimo Mineirao, y luego en la final del Mundial de Clubes en Abu Dhabi estuvo a un minuto de dar el campanazo venciendo al multiestelar Barcelona. El gol de Mauro Boselli en el primer tiempo fue defendido tenazmente hasta que cerca del silbato final igualó Pedro, para que Lío Messi definiera todo en el alargue. Aquel Estudiantes era liderado por Juan Sebastián Verón en el campo de juego, y tenía elementos de real valí como el citado Boselli, Enzo Pérez, Albil, Clemente Rodríguez, Benítez, Rodrigo Braña. Cellay y el juvenil Marcos Rojo. Ese fulgurante desempeño le abrió las puertas de la Selección Nacional en 2011, tras su renuncia al cargo en Estudiantes.
Sabella fue el Director Técnico que confió la capitanía de la Selección a su líder deportivo, Lionel Messi, iniciando un camino que llevaría al Subcampeonato en el Mundial de Brasil 2014. Un certamen durísimo en el que Argentina se fue convirtiendo del equipo de explosiva potencia ofensiva que se suponía, en el conjunto guapo y metedor, que descansó en su defensa en el que terminó, con Javier Mascherano como líder alternativo y Sergio Romero como sucesor de Goycochea como héroe en las definiciones por penales. La ajustada y polémica caída ante Alemania en la final no ocultó el carisma popular de la última Selección Nacional que hasta hoy alcanzó masiva identificación del pueblo futbolero con ella. El estilo, a la vez formal y descontracturado de su conductor técnico tuvo mucho que ver con ello.
Tras el Mundial, Sabella rechazó continuar. Aunque al principio hubo diversas versiones encontradas a la hora de analizar esa decisión, finalmente trascendieron razones de salud. Alejandro no volvió a dirigir, mientras diversas complicaciones lo iban alejando de su ambiente natural. Pareció hace meses que salía adelante, pero nuevas afecciones, esta vez cardíacas, obligaron a su internación el mes pasado, hubo un virus intrahospitalario que complicó todo y finalmente el 8 de diciembre, su corazón dijo basta.
Deja el recuerdo de alguien que fue mucho más que un hombre de fútbol. Adornado por un nivel cultural infrecuente en su ambiente, con inquietudes sociales fruto de su ser sensible y solidario. Una buena persona en todo el sentido del concepto. Así perdurará.
Había nacido en el porteño barrio de Palermo, en cuya esquina de Paraguay y Vidt se yergue su casa natal, el 5 de noviembre de 1954. Lo sobreviven su esposa Silvana (con quién se casó en 2018, tras larga convivencia) y sus hijos Alejo y Alita.