El curioso caso de los Ungaretti en River

por Roberto Errasti, socio del CIHF

Jugar en el club del cual uno es simpatizante, debe ser el sueño de todo hincha. Así es, fue y será siempre al menos en Sudamérica.

A lo largo de la historia, hubo varios casos de padres e hijos jugadores en el mismo club: los De la Mata en Independiente, los Verón en Estudiantes de La Plata, los Trobbiani en Boca, los Poy en Rosario Central o los Almirón en Newell´s por citar algunos casos.

En River, donde se desarrolla esta curiosidad, hay varios ejemplos. Desde los Di Stéfano -allá lejos-, pasando por los Martínez (Joaquín y Joaquín hijo), los Labruna (Omar y Angelito. Podríamos incluir al malogrado Daniel, el hijo mayor de Ángel que llegó a reserva), los Alonso (Norberto y su hijo Norberto Gabriel), o los Gallardo (Marcelo y su hijo Nahuel), por citar algunos casos.

Pero entre todos, hay un caso singular y quizás único: un padre y un hijo que, por decirlo en términos vulgares, “se ahogaron en la orilla” del tan ansiado debut en Primera División. Hablo de los Ungaretti: Ángel Jesús y Martín.

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Pocos casos deben existir en el fútbol mundial en que un padre y un hijo llegan a la primera de un club hasta integrar el banco de Primera División y no pueden jugar oficialmente ni un minuto. Estos jugadores en River hicieron el mismo recorrido y ambos llegaron hasta el banco de Primera con 25 años de diferencia: el padre en 1973 y el hijo en 1998.

Si queremos más curiosidades, ambos estuvieron de suplentes en la misma cancha y ante el mismo rival: Colón de Santa Fe. Y por si fuera poco, ambos son oriundos de la ciudad bonaerense de Colón y formados en el mismo club.

Tanto Ángel Jesús Ungaretti como Martín, hicieron las inferiores en River Plate llegando muy jóvenes procedentes de Sportivo Barracas de Colón, provincia de Buenos Aires.

Ángel arribó a fines de 1970, era un eximio número 5 que tuvo la mala fortuna (como tantos otros) de ser contemporáneo de un tal Reinaldo Merlo. En 1971 tuvo participación en el Torneo Preolímpico de Cali integrando la Selección Juvenil, donde le convirtió un gol a Ecuador en el debut. Estuvo junto a jugadores como Rebottaro, Di Meola, Coscia y Berta.

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En 1972, en el torneo de Cannes con la Selección Sub 20 Argentina que dirigió el Maestro Rubén Bravo, fue titular junto a jugadores que harían historia grande como Norberto Alonso, Lito Bottaniz, Enzo Ferrero, Víctor Trossero, Bertoni, Mouzo y Juan Carlos Delménico, por citar algunos de sus compañeros.

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Mientras jugaba en la quinta división de River, todos le auguraban un futuro de Primera División ya que formaba parte de una generación de grandes jugadores que empezaron a alternar en reserva en la época de Didí y luego con Delem: Mario Finarolli, Víctor Bottaniz, Roberto Carrizo, Quintabani, Ramón Sánchez, Carlos Avanzi y Carlos Martínez.

El destino quiso que su debut en Primera se fuera postergando. Ya en 1973, con más de un año en Reserva, el DT Delem le hizo un lugar. Ángel Ungaretti era convocado para formar parte del equipo de primera que jugaría dos partidos del Metro en la provincia de Santa Fe, ante Newell´s y Colón.

En medio de ambos partidos pudo jugar un amistoso en Tucumán frente a Atlético, el 9 de julio de 1973. La victoria 2 a 0 en Rosario tuvo a Ramón Sánchez, el otro debutante, como figura y Ángel, su sustituto, se quedó en el banco. Unos días después, el 1 a 1 ante Colón en el “Cementerio de los Elefantes”, lo tuvo nuevamente entre los 16. Sin saberlo, sería la última vez convocado en Primera.

Hasta fines de ese torneo alternó en Reserva con grandes actuaciones, pero Merlo más la incorporación de Carranza, le hizo pensar que River no sería su lugar y se quedaría con el recuerdo de esos minutos en Tucumán suplantando a Mostaza y ser parte del plantel de Primera en 2 partidos.

Su destino fue Atlético Tucumán, donde tuvo problemas de salud. Luego volvió a su ciudad formando parte de Sportivo Barracas y era refuerzo en los regionales en equipos de Pergamino y Venado Tuerto. Su prestancia de número 5, hizo que fuera requerido en cada torneo por equipos de la zona, donde jugó con éxito hasta fines de la década del 80. Incluso lo hizo en el rival de su ciudad, Racing de Colón, en dos torneos Regionales (1985 y 1987) hasta su retiro en Sportivo Barracas.

Muchos años después, a mediados de los 90 en una prueba de jugadores, su hijo Martín Ungaretti, que ocupaba el puesto de arquero en su club de origen Sportivo Barracas de Colón, fue seleccionado para las inferiores de River, donde su maestro Luis Alberto Landaburu, lo definió como uno de los grandes proyectos en el arco.

Corría 1997 cuando debutó en reserva, en épocas que alternaba con Bernardo Negro Luqui (arquero de extenso recorrido en el ascenso) y “El Vasco” Joaquín Irigoytia. En 1998 los arqueros eran dos monstruos (Burgos y Bonano) y el fantasma de lo que le había ocurrido a su papá empezaba a rondar en la cabeza de Martín. Pero descollaba en Reserva alternando con los nombrados más Saccone y su gran amigo Franco Costanzo.

debut-martinEn la última fecha del Apertura 1998, lesiones de German Burgos y Alejandro Saccone, hicieron que Ramón Díaz recurra al juvenil Martín Ungaretti para ocupar el banco de suplentes y enfrentar a Colón: en Santa Fe, misma cancha, mismo rival y mismo resultado (1 a 1) que aquella gélida tarde invernal donde su papá había estado por última vez en el banco millonario.

Así Martín cumple su sueño de ser parte de la plantilla de River en Primera División, por única vez en ese final de temporada.

En 1999 arrancó consolidado como arquero de Reserva, pero las chances de volver a jugar en Primera eran casi nulas: Germán Burgos y Roberto Bonano no dejaban huecos y pese a que Saccone e Irigoytia eran cedidos, Franco Costanzo empezaba a consolidarse en Reserva.

A fines de 1999, ya sin chances de jugar, decidió marcharse a Deportivo Morón y luego a Colegiales, donde se consagró campeón de la Primera C, logrando el ansiado ascenso a la B Metropolitana con grandes actuaciones, incluso pateando penales, club donde es recordado como uno de los mejores en su puesto.

Pero su destino no estaba en el fútbol. Mientras jugaba en River siguió la carrera de kinesiólogo, y de la mano de Rubén Bombicino se hizo un lugar en el ambiente. Ya recibido luego de un breve regreso a su club de origen, decidió que la kinesiología iba a ser su camino y colgó los guantes con 25 años, siendo en la actualidad un prestigioso profesional al que recurren numerosos deportistas en su Instituto de la ciudad de Buenos Aires.

Especializado en osteopatía y traumatología deportiva, a fines de 2022 volvió a River pero como parte del cuerpo técnico de Martín Demichelis, lugar donde se desempeña en la actualidad.

Mismo destino, misma carrera y misma frustración para un padre y su hijo de no poder, al menos, debutar oficialmente en la Primera de River. Quizás uno de los casos más curiosos de la historia del fútbol argentino que merecía un recuerdo, y de paso, hacernos ver lo difícil que siempre fue para los jugadores del semillero de River hacerse un lugar en la Primera División.

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