Seguramente en muchas ocasiones hemos escuchado, y sufrido, expresiones tales como: “¡Eso te lo voy a pagar el día del arquero manco!”. Bueno, si a usted le pasó sepa que ahora tendrá posibilidades de hacerse con su dinerillo.
Por Carlos F. Yametti (Presidente del CIHF).
En 1906 participaba en el torneo de 1ª A el equipo de Barracas Athletic Club. Esta institución, nacida a fines del siglo anterior, había tenido un raudo desarrollo institucional y deportivo. En 1901 se adjudicó el torneo de la 2ª División donde ganó los 16 encuentros que disputó. Basado en esta actuación espectacular en 1902 se inscribió en la 1ª División dispuesto a derribar la supremacía de Alumni y Belgrano. Luego de unos años de actuaciones decorosas comenzó a sufrir un fuerte deterioro y cuatro años más tarde era evidente que el club se estaba cayendo en pedazos. Pocos asociados y una estructura débil preanunciaban, al decir de Gabriel García Márquez, la “Crónica de una muerte anunciada”.
Ya en 1905 había tenido los primeros problemas cuando tuvo que abandonar el torneo ante la falta de jugadores para poder formar el equipo. En 1906 intentó el retorno y fue admitido en la Asociación; pero aún persistía el inconveniente de no contar con elementos suficientes. Tal es así que en sus tres primeros encuentros el arco se reparte entre tres jugadores: F. Batto, J. Winnie y J. Barreiro. Recién en la cuarta jornada aparece E. Potter quien lo hace en tres partidos consecutivos.
El 26 de agosto, Barracas debe viajar a Campana para enfrentar al local Reformer. Se presenta solamente con ocho jugadores, entre los cuales no había ninguno que pudiera o quisiera ocupar el arco; entonces la responsabilidad recae en Winston Coe; que era el Presidente de la entidad, además de uno de sus fundadores. Antes de la fundación de Barracas, Coe había sido jugador de Belgrano. Pero resulta que Coe tenía un importante problema físico: ¡era manco!. En una foto que le fuera tomada al Belgrano, se ve claramente a Coe a quien le faltaba parte de su brazo izquierdo. El referido encuentro lo ganó Reformer por 11-0 y si bien no hay una crónica que lo mencione podemos pensar que la causa de la estrepitosa derrota haya sido la debilidad del equipo visitante, además con tres jugadores menos, y no la actuación del “manco” Coe.
Al año siguiente, 1907, Barracas se ve reforzado con el ingreso de varios elementos de Nacional de Uruguay que habían abandonado su país con motivo de un conflicto bélico. Entre estos se encontraba Cayetano Saporiti, arquero de la selección uruguaya. Pero luego de un corto lapso, concluido el conflicto en la vecina orilla, los jugadores vuelven al tricolor y nuevamente la valla barraqueña queda desguarnecida. Se retoman los servicios en el puesto de Coe que ocupa el buzo de arquero durante tres encuentros: contra Argentino de Quilmes (1-2), Alumni (0-5) y Quilmes (1-4). La crónica periodística del encuentro contra los muchachos de Watson Hutton (Alumni), una fuerza incontenible por entonces, rescata que “… si no fueron más goles se debió a la excelente del arquero de Barracas, revolcándose una y otra vez, y que este mérito se agranda en Coe dado su deficiencia física”.