El apodo de Racing Club de Avellaneda surgió tras una goleada a River.
Por Fernando Paso Viola, socio del CIHF.
Antecedentes sobre el descubrimiento del origen del apelativo
En ocasión de revisar el semanario/bisemanario La Verdad, en el Archivo Histórico de la Casa de la Cultura de Avellaneda fue que leyendo una crónica descubrí en 2007 la primera mención del término academia y posteriormente, en el mismo periódico cuando le ganara a River en Dársena Sud se iteró nuevamente. Este placentero hallazgo me permitió incorporar en mi primer libro de Racing Historia del Primer Más Grande -1898-1931 sendos textos que aluden a los dos casos detectados.
En oportunidad de coeditar el libro Racing Club Centenario del Primer Tricampeón Criollo de la Historia, conjuntamente con el investigador Carlos Isidoro España, se publicó en la pág. 91 un texto sobre El Apodo Academia. Además, cabe señalar que este descubrimiento publicado dio pie para un proyecto presentado en la Cámara de Diputados, originado en el seno de la Fundación Paso a Paso Racinguista, impulsado por Alberto Di Sanzo y emprendido por Hernán Martínez Escudero que derivó en la colocación de una Placa Recordatoria del sitio en Puerto Madero, en el cruce de la actual avenida Alicia Moreau de Justo y la calle Rawson Dellepiane, donde estaba ubicada la vieja cancha de River Plate, próxima a lo que fuera la Dársena Sud, escenario del partido disputado el 1° de agosto de 1915.
En el acto de descubrimiento de la placa hablaron el ya fallecido Enzo Pagani quien presentara el proyecto en la Legislatura porteña, el ídolo Juan José Pizzuti, cuyo deceso se produjo el año pasado, Carlos Cambareri, también recientemente fallecido y Horacio Rodríguez Larreta, hincha de Racing, jefe de gabinete de la Ciudad de Buenos Aires.
Quien suscribe este artículo tuvo la desdicha en ese mismo día de no ser mencionado como el autor del descubrimiento de la fecha y lugar del acontecimiento racinguista.
La génesis del término “academia”
Debemos remontarnos a los primeros meses de 1913 cuando ya en la prensa escrita existía una propensión a considerar a Racing como una escuela de fútbol donde se dictaba cátedra con verdadero amor por la casaca. Asimismo, cuando perdía era noticia.
Esta última tiene su ejemplo específico en una nota publicada en el diario La Gaceta de Buenos Aires el 21 de marzo luego del amistoso frente a Estudiantil Porteño en el que la Academia perdió 4 a 2 el día anterior. Es que cierta prensa estaba ya acostumbrada a los triunfos racinguistas y a la exquisitez y calidad de su juego que producía sorpresa y admiración entre adeptos y extraños.
Los primeros años de Racing en Primera División comenzaron a forjar éxitos notables en todas las divisiones del club, con el agregado de goleadas propinadas a casi todos los clubes a los que enfrentaba.
Sólo cinco semanas después, el 29 de abril, La Verdad, periódico dirigido por Alfredo López y en cuya redacción tallaba con alto vuelo literario el conocido periodista y escritor Pedro Julio Molinari (1884-1961), le asigna el apodo de Academia a un equipo de jóvenes en aquella época denominados “racingmen” o juniors de Quinta División que deleitaron a su público con jugadas de calidad, unos cuantos goles de gran factura y un acople perfecto entre sus filas. El comentarista, en pág. 7 col. 7, lo señalaba como un ejemplo de cátedra futbolística con una demostración de un fútbol de escuela.
El resultado fue una goleada por 7 a 2 propinada a River Plate que fuera muy festejada. Los scorers de ese día inolvidable fueron Feliciano Diez y Juan Nicolás Barreto con dos goles cada uno, Gerardo T. Farioli, Miguel Sarobe y Manuel Ramella hicieron el resto.
Ese equipo, avanzado el año, se coronaría campeón invicto luego de disputar quince partidos con 60 goles a favor y 7 en contra. El plantel alistaba a Hugo Martin Barceló, años después centroforward goleador de Primera División, que ocupaba el arco, uno de los hermanos Ramella, Ricardo cubría la zaga, alternando con Andrés Paylos junto a Abel Gómez o Martín Pintos; en la línea media jugaban Olegario Olazar, hermano menor de Francisco, Pedro Jacques o Carlos Perinetti (en 1919 jugó en Primera División junto a sus dos hermanos Juan Nelusco y Natalio)) y Juan Nicolás Barreto que años después también llegaría a Primera División; por último los atacantes que alternaban en la ofensiva eran Raúl Carbone, Alberto A. Gorozabel, Juan Peña, Norberto Solari, Juan F. Marcovecchio (hermano menor del goleador Alberto Andrés), Pablo Víctor Castagnola (hermano de Luis María y Roberto Bartolomé), Manuel Ramella, Miguel Sarobe, Pedro Chiavenna, Feliciano Diez y Gerardo T. Farioli.
Popularización del mote
Algo más de dos años después el apodo se instituyó entre la comunidad racinguista del equipo bicampeón y posteriormente en toda la afición futbolística local y nacional. El equipo de Primera División ya estaba escribiendo una de las páginas más gloriosas de su historia, convirtiéndose progresivamente en un elenco o eleven (como se expresaba en aquellos lejanos tiempos) imbatible, invencible, temido por sus adversarios y admirado por todos. En los años subsiguientes, las conquistas continuaron y consolidaron aún más la distinguida manera de nominar al Racing multicampeón como Academia.
Algunos “teams” ya recibían apelativos particulares, por ejemplo a San Isidro los denominaban “santos”, a River Plate “darseneros”, sobrenombres perdidos con el tiempo, San Lorenzo recibió el apodo que dejó de utilizar San Isidro cuando éste dejó el fútbol y se dedicó al rugby.
Para esa época el hoy tradicional y reconocido club River Plate poseía su campo de juego –muy precario- en la zona de Dársena Sud, muy cerca del que se transformaría en su clásico rival, Boca Juniors.
Y fue allí precisamente, en un recordado encuentro futbolístico, cuando Racing comienza a identificarse definitivamente como “La Academia”, histórico apodo, inconfundible al mencionarlo, para darse cuenta de qué se trata. La realización del partido funcionó como un imán para el público, que colmó las gradas para presenciar un cómodo triunfo racinguista.
River Plate, partenaire crónico de Racing Club en las primeras décadas del siglo pasado, fue víctima de una catastrófica goleada en su field (cancha) por 3 a 0 el 1° de agosto de 1915. El partido era tan trascendente y atractivo que fue seguido por una concurrencia de espectadores mucho mayor a la habitual y prevista. Racing venía desarrollando en el campeonato una demostración de superioridad increíble ante todos sus rivales, manteniéndose invicto y afianzando la certeza general de los aficionados de que señalaría un récord en el caso de mantener la exitosa perfomance que ya se tornaba una costumbre para todos aquellos seguidores de los espectáculos futbolísticos.
El equipo de Avellaneda llegaba a ese partido con récord de victorias e invictos, atemorizando a sus rivales. Lo ayudaba la prensa escrita con sus vaticinios siempre a su favor. Esos meses previos al partido en cuestión, Racing produjo goleadas impactantes como las que conquistó de visitante frente a Comercio 4 a 1, a Belgrano Athletic 3 a 0, a Boca Juniors y Banfield ambos 6 a 0 y a Hispano Argentino 7 a 0 en el campeonato y 3 a 0 (Copa de Honor), y las propinadas de local a San Lorenzo 4 a 1, a Estudiantes de La Plata 5 a 0 (Copa de Honor), a Atlanta 4 a 0.
En ese breve lapso de cuatro meses, en esas goleadas, Racing obtuvo 42 goles a favor y solo 2 en contra. Era un antecedente impresionante para cualquier equipo que debía enfrentar a los avellanedenses quienes venían arrasando contrincantes y, en consecuencia, disminuirían las posibilidades de River de salir airoso ante una dificilísima y muy dura confrontación.
Finalmente, se dio la lógica en el resultado en un cotejo de tanta riqueza futbolística con un rotundo triunfo del elenco que dictaba cátedra en esos tiempos. El partido correspondió a la 12ª fecha y Racing, en ese año bicampeón de la Asociación Amateur, llevaba 10 triunfos y un empate con F. C. Oeste en la segunda jornada, en la cual no contó con su arquero titular Ibrea Slla Arduino ni con su suplente Antonio Guffanti y debió improvisar en el arco con Alberto Bernardino Ohaco.
Entre los espectadores racinguistas del partido en Dársena Sud, se encontraba el ya mencionado escritor, periodista y poeta Pedro Julio Molinari, hincha infaltable que entre la multitud de adeptos visitantes, ante las jugadas espectaculares de Ohaco, Olazar, Hospital y Marcovecchio se le ocurrió gritar “academia”, “academia” ante la mirada de sorpresa y agrado de sus correligionarios de la tribuna popular. Esos gritos a viva voz de Molinari, comenzaron a contagiar a los adictos más cercanos y se propagaron por todas las gradas ocupadas por los exultantes partidarios del bicampeón, como ofrenda de los racingmen a su extraordinario equipo que ya ostentaba los primeros récords en el fútbol oficial. Fue notable la exhibición brindada por el equipo albiceleste durante todo el cotejo, con brillante juego colectivo, dejando en evidencia la convicción general de que el club nacido en Avellaneda se coronaría nuevamente campeón.
Es de este modo que, al término del encuentro, la dispersión inicial fue por las calles del puerto que circundaban a la cancha y comunicaban con la Dársena Sud hasta cruzar el Riachuelo y finalmente se fueron disgregando ya en Avellaneda. Una muchedumbre murmuraba con los primeros esbozos de un cántico “Academia”… ”Academia”…”Academia” como ofrenda de reconocimiento hacia un equipo que producía un goce especial en sus simpatizantes y admiración en sus rivales. Allí nació este mote para siempre…
Así se difundió durante extensas jornadas de esos años hasta culminar en el concebible heptacampeón, condición razonable para aquellos tiempos en los que Racing superaría a Lomas Athletic y Alumni en cantidad de títulos. A la misma prensa ya no le extrañaban las hazañas racinguistas, resultaban obvias y esperables, incluso cuando River lo supera ligeramente en 1920 y consigue su primer título, al año siguiente Racing obtiene el 8º y realmente había sido lógico con un equipo medianamente renovado en el cual Pedro Ochoa, Natalio Perinetti y Albérico Zabaleta le insuflaban aires rejuvenecedores y le significaban grandes expectativas de un futbol de calidad “académica”. Ochoa solo era ya un fenómeno de atracción particular de admiradores de la talla de Carlos Gardel, Irineo Leguisamo, Elías Alippi, Enrique Muiño, etc. que iban a ver a su ídolo, al que años después, la voz del tango dedicaría parte de la letra de una composición trascendente.
Nota 1: entre los comentarios negativos del brillante partido disputado por ambos contendientes, se menciona en El Pueblo, bisemanario de Avellaneda, del 3 de agosto, pág. 7, que la cobarde agresión que con cuchillo se atacara a tres jugadores de Racing en la aglomeración que se produjo a la salida del encuentro cuando los jugadores quedaron rodeados por hinchas de River Plate no terminó en tragedia por mera casualidad.
Mientras Saturnino Ochoa salió ileso y solo le cortaron la casaca, Ibrea Sila Arduino y Francisco Carlos Olazar sufrieron tajos en las piernas. Ante esa grave situación, que incluso fuera festejada por el jugador Agustín Lanata, las tareas de investigación de la policía lamentablemente no permitieron detectar al agresor que se encontraba entre los adictos darseneros.
Las formaciones de los equipos y otros detalles del cotejo pueden leerse a continuación:
- 12ª fecha Jugada el 1° de agosto de 1915
- RIVER PLATE 0 RACING CLUB 3
- Ríver Plate: Carlos Isola; Arturo Alejandro Chiappe y Agustín José Lanata; Atilio Peruzzi, Cándido García y Alfredo Elli; Roberto Fraga Patrao, Armando J. Risso, Antonio Ameal Pereyra, Nicolás Rofrano y Alberto Rivas.
- Racing Club: Ibrea Sila Arduino; Saturnino Ochoa y Armando T. Reyes; Ángel Floro Betular, Francisco Carlos Olazar y Ricardo José Pepe; Zoilo Ladislao Canaveri, Alberto Bernardino Ohaco, Alberto Andrés Marcovecchio, Juan Hospital y Juan Nelusco Perinetti.
- Goles: ST 10’ Olazar, 13’ y 19’ Marcovecchio.
- Árbitro: Héctor Alfano.
- Recaudación: $ 55.006.
- Público: 11.000 (capacidad máxima del field 10.000)
- Cancha: River Plate, en Dársena Sud
Goleadas de Racing a River hasta la de 1915
La nota fue publicada por el autor en “Historia Racing”.