La cancha definitiva de Platense

por Alejandro Fabbri, socio del CIHF

Estaba escrito. Después de alquilar dos predios, se suponía que en algún momento Platense construiría su estadio en terreno propio. Su casa definitiva sería la tercera, tras las canchas que tuvo, la primera en la calle Blandengues (hoy Avenida del Libertador) y su esquina con Manuela Pedraza, muy cerquita del río, una zona barrosa e inundable que sirvió para montar el pequeño campo de juego entre 1908 y mediados de 1917. Allí nació su apodo de “Calamares”, por el barro que embadurnaba las camisetas blancas y parecía teñirlas con su tinta marrón. En ese reducto, Platense logró el 78,4% de los puntos en juego, desde su debut oficial en la segunda división de 1910.

El 9 de julio de 1917 llegó la mudanza al amplio terreno ubicado entre Núñez y Saavedra, en el cruce de la misma Manuela Pedraza, pero una docena de cuadras hacia el oeste, en su intersección con la calle Crámer. Desde aquel 1917 y hasta septiembre de 1971, Platense tuvo su segundo hogar, la emblemática cancha donde jugó 847 partidos oficiales y obtuvo el 63,1% de los puntos.

Ampliada en 1932 por el masivo aumento del público futbolero, la cancha mantuvo su fisonomía hasta fines de 1964. Cuando Platense obtuvo el regreso a Primera A (había bajado por primera vez en 1955) la dirigencia procedió a cambiar el sentido Norte-Sur del campo de juego a Este-Oeste y ampliar considerablemente terreno y tribunas. Así creció la capacidad del estadio, que tuvo durante un par de décadas un velódromo detrás, muy usado en los años 40 y 50.

El descenso de 1971 y la pérdida del predio por deudas imposibles de levantar, generó una situación similar a la que viviría San Lorenzo una década después. La dirigencia del Calamar tenía un as en la manga, en medio de tantos contratiempos. El predio de Vicente López, que fue adquirido en 1948 y allí -desde finales de los años 50- se construyeron piletas de natación, canchas de tenis y pelota a paleta, confitería y vestuarios. Si bien hubo un intento de construir el estadio y se presentó una estupenda maqueta en 1954, nunca avanzó la idea.

Recién en 1974 se iniciaría el largo camino de la construcción del estadio, robándole espacios a las otras actividades deportivas. Para julio de 1976, cuando Platense regresó a la A, la pequeña estructura de la platea principal mostraba el signo de la voluntad por hacer lo que todos querían. Para disfrute de los socios y los hinchas, el club inauguró su nueva cancha el 22 de julio de 1979, cuando tocó enfrentar a Gimnasia de La Plata en la primera fecha del duro “Cuadrangular de la Muerte”.

06-afUna tribuna tubular detrás del arco sobre la calle Zufriategui, media platea oficial terminada con un sector popular hacia la Avenida General Paz y media tribuna visitante de cemento sobre la calle Liniers, eran las comodidades ofrecidas. Una pequeña multitud cubrió todas las ubicaciones posibles y el partido finalizó igualado sin goles, dejando una mueca de tristeza en los dueños de casa. Sin embargo, Platense ganó los siguientes cinco partidos y se convirtió en el dueño del petit torneo, mandando a jugar a la vieja Primera B a Atlanta, a Chacarita y al Lobo de La Plata.

El estadio, como las casas “chorizo” de los primeros años del Siglo XX en Buenos Aires, fue agregando porciones de cemento en distinto lugares. Se completo la platea principal, en 1980 se terminó la tribuna lateral para los hinchas visitantes y recién en los años 90, se pudo cerrar la cancha con la cabecera hoy llamada Julio Adolfo Cozzi (en homenaje al excepcional arquero) y finalmente, la que da espaldas a la General Paz y fue bautizada años después como Roberto “Polaco” Goyeneche. Jugando allí, Platense militó en tres categorías: 23 años en la máxima categoría, 9 temporadas en la B Nacional y 13 en la B Metropolitana.

El regreso a Primera en 2021 generó planes de modernización del estadio y las buenas campañas realizadas sirvieron de sostén para el cambio de la iluminación, la conversión de la tribuna lateral visitante en una platea modelo, un baño de pintura y de reciclado de los pasillos, baños y vestuarios, además del último toque: la platea principal fue reconvertida y hoy el estadio tiene otra cara y otro cuerpo. A 45 años de su inauguración, Platense respira otro aire y mira el futuro con sus mejores deseos.

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Imágenes: gentileza museo Club Atlético Platense.

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