La historia de Arthur Wharton

El 28 de octubre de 1865 nació Arthur Wharton, en el barrio de Jamestown, en la ciudad de Accra, la capital de la colonia británica Costa de Oro, actualmente Ghana. Su padre era un ministro y misionero granadino-escocés, y su madre ghanesa era miembro de la realeza Fante. Lo recordamos en el CIHF por ser el primer futbolista profesional de raza negra, pero la historia de Arthur tiene mucho más que fútbol.

Por Fernando Ferreira, socio del CIHF.

En 1883 se mudó a Darlington, Inglaterra, con el objetivo de formarse como misionero. En tierras inglesas se dio cuenta de que lo suyo era el deporte. En 1886 estableció un récord de velocidad en una carrera de atletismo disputada en Stamford Bridge, hoy la casa del Chelsea. Sus escasos diez segundos en 100 yardas se mantuvieron como la mejor marca por más de treinta años.

Además del atletismo, a Arthur le gustaba jugar al Cricket, deporte que practicó por muchos años, incluso de manera profesional entre 1889 y 1896. Otro deporte importante en Gran Bretaña es el rugby, y Wharton no podía no probar sus capacidades en esta disciplina, jugó en tres equipos distintos.

Si de ejercitar se trataba, Arthur siempre decía presente, también dedicó tiempo al ciclismo, se destacó, batió récords y fue campeón. Su carrera futbolística comenzó en Darlington Football Club, ocupaba el puesto de arquero. Por entonces la liga inglesa no existía, pero si la FA Cup y partidos amistosos con clubes cercanos.

Sus actuaciones llamaron la atención del Newcastle (no es el Newcastle United actual) y del equipo seleccionado del distrito. Tenía un estilo particular, solía esperar en cuclillas al costado del arco y luego salía corriendo como una flecha para atrapar la pelota.

En la temporada 1886-87 defendió el arco del Preston North End y alcanzó las semifinales de la prestigiosa FA Cup. En 1888 se trasladó a Sheffield, dejó el fútbol y se dedicó profesionalmente a correr. En ese lapso, su ex club, el Preston, obtuvo el título en la primera edición de la liga inglesa y la copa. Esto fue un atractivo para Wharton, quien en 1889 retomó la actividad futbolística e hizo historia, se convirtió en el primero de raza negra en firmar un contrato profesional, fue con el Rotherham Town.

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Permaneció allí hasta 1894 que pasó al Sheffield United donde jugó tres encuentros. En 1895 se fue a Stalybridge Rovers y en 1897 a Ashton North End, este último se declaró en quiebra dos años más tarde y Wharton regresó al Staltbridge. Las últimas funciones del arquero (a veces jugaba de extremo explotando su velocidad) se dieron en la Segunda División de 1901-02 con la camiseta del Stockport County.

A lo largo de su carrera, recibió muy buenas críticas y fue considerado de los mejores porteros de la época, sin embargo el color de su piel fue una barrera que lo alejó del seleccionado inglés; el primer futbolista de raza negra en el equipo de Inglaterra fue Viv Anderson, que fue seleccionado en 1978, casi un siglo después del debut de Arthur.

Tras su retiro trabajó en un bar y luego consiguió un puesto en las minas de South Yorkshire, manejaba camiones que transportaban carbón, un empleo duro y que no le permitía salir de la pobreza. Quince años con esa labor fueron mucho para Arthur a pesar de que era un hombre deportista.

El 13 de diciembre de 1930 falleció producto de un cáncer de labio superior; murió en el olvido y sin un centavo, fue enterrado en una tumba sin nombre en el cementerio de Edlington. Pasaron casi setenta años hasta que Arthur salió del olvido, en 1997 la fundación Football Unites, Racism Divides descubrió su lápida y pagó una personalizada para reconocer a un hombre que hizo historia.

A partir de ello, su figura tomó repercusión y en 2003 se añadió su nombre al Hall de la fama del fútbol inglés. Shaun Campbell, originario de Darlington, fundó en 2010 la Arthur Wharton Foundation, con el objetivo de luchar contra el racismo y promover la diversidad utilizando la historia de Arthur para inspirar, motivar y educar.

En 2014 se inauguró una estatua de Wharton a escala real en el St. Georges Park, en el National Football Centre de la FA, en Burton. Por suerte su historia ha salido a la luz y hay quienes se encargan de mantenerla viva como bandera de la lucha contra el racismo.

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