La otra zurda bendita
por Gonzalo Varlet, socio del CIHF
Se cumplen 50 años del día en que Newell’s logró su primera Liga de AFA. Mucho ya se conoce sobre lo que aconteció el 2 de junio de 1974 con aquel duelo que encontró (como nunca) a los dos grandes rivales de Rosario definiendo mano a mano el título de campeón argentino. A Newell’s le bastaba un empate para coronarse. Rosario Central en cambio debía vencer para forzar un desempate con su rival de siempre…
Se sabe que Central ganaba 2 a 0 y en una recuperación épica Newell’s lograría el empate y daría la ansiada vuelta olímpica de la mano de un formidable gol de Mario Zanabria, patentado para la eternidad por la revista Goles con el célebre “Bendita sea tu zurda”. Hasta aquí, todo lo conocido.
Pero hay veces en que estas conquistas inolvidables, esas que quedan en la memoria colectiva del hincha y trascienden las épocas y las generaciones, atesoran un momento de angustia. Un instante en el que todo pudo haberse dolorosamente desvanecido. Como el palo de Rensenbrink. Como el mano a mano de Kolo Muani ante el Dibu Martínez.
Esto ocurrió dos semanas antes del clásico definitorio, cuando en el Parque Independencia y ante San Lorenzo, Newell’s se jugaba la chance de clasificar al cuadrangular final que consagraría al nuevo campeón argentino. Transcurría el segundo tiempo y un gol de Victorio Cocco para el Ciclón a 10’ del cierre, ponía el 1 a 1 que obligaba al local a jugar un posterior desempate con Boca y Ferro para poder meterse entre esos cuatro equipos. Y es aquí cuando llegó el momento límite…el segundo en el que pudo haber cambiado todo: a 5 minutos del final, el negro Oscar Ortíz, ese enorme wing izquierdo que 4 años más tarde sería campeón del mundo con la Selección, remata cruzado al arco. La pelota pega en un poste, recorre toda la línea de gol, pega en el otro poste, y se dirige a las manos del arquero Carrasco. La angustia era total. Ese gol hubiese dejado a Newell’s fuera de toda chance de clasificación.
Y luego de aquella salvada milagrosa, de esa nueva chance del destino, a casi nada del final llegaría la “otra zurda bendita”. La menos conocida, pero que sin su existencia no hubiese nacido nunca el inmortal gol de Zanabria. Hablamos de la zurda del correntino Juan Ramón Rocha, quien recogió un centro desde la derecha y disparó al arco. La pelota viajó velozmente, con comba y se coló bien pegada al poste izquierdo del Mono Irusta. Golazo extraordinario… y explosión en el Parque Independencia.
A continuación llega el final del partido. El público invade el campo de juego y festeja largos minutos con los jugadores en andas, como presagiando lo que iba a suceder en dos semanas. Se había logrado el pase al cuadrangular final. El resto es historia más conocida: los triunfos ante Huracán y Boca, la remontada ante Central y Newell’s que graba por primera vez su nombre en la Copa Campeonato. Un título que tuvo todos los condimentos como para ser evocado por sus hinchas durante toda la vida.