Probablemente pocos hubiesen apostado un pleno a principio de campeonato si les hubieran dicho que Argentinos Juniors, el mítico equipo del barrio de La Paternal, terminaría la primera etapa de esta Superliga como único puntero. Una Superliga que inició a fines de julio de este año, tras los continuos (des)aciertos de una AFA que compite diariamente para ver cómo organizar un poco peor que antes los asuntos que le competen. Chicanas al margen -y también dirigencias fuera del análisis- tras 16 fechas y un juego punzante, 30 fueron los puntos que ningún otro equipo pudo conseguir en el certamen, excepto por el modesto Bicho.
Atrás quedaron, sin embargo, los millones de River y Boca; también los de Racing y San Lorenzo, claramente en menor medida, pero por sobre todas las cosas las “chirolas” que medidas comparativamente tienen la decena de equipos de menor presupuesto que completan las primeras filas: es que 14 de los 24 equipos del campeonato (casi el 60%) se ubican a una distancia de entre 1 y 9 puntos respecto del puntero. A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los torneos en el mundo, donde dos o hasta tres equipos animan el torneo y sus emociones, el torneo argentino promueve la competitividad. Probablemente la liga mexicana pueda considerarse en una situación similar, porque ahora hasta los reales -digamos, mejor, los dólares- de Bolsonaro consagran al Flamengo cuatro fechas antes de la finalización del Brasileirao, con un equipo repleto de figuras europeas incluido su técnico, el excelso Jorge Jesús, con 16 puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor.
Para colmo de males, la fortuna de River o Boca podría tentar a una de las figuras de Argentinos, Damián Batallini, para vestir alguna de estas camisetas en detrimento de la de Argentinos en la segunda mitad del campeonato. El volante de gran torneo, con 15 partidos jugados, dos goles y una asistencia, fue seguido de cerca por Marcelo Gallardo, que busca conseguir en su River la gloria de los laureles locales que no se disfrutan en ninguna de las otras 7 competiciones internacionales que ya ganó. Gallardo, desde hace rato, es el técnico con mayor sustento en el fútbol argentino y hasta latinoamericano. Más allá de una filosofía de juego y gestión, gran parte de su continuidad está asociada a los resultados obtenidos: por más buenas intenciones que existan, si la pelota no entra en el arco contrario y los campeonatos no se consiguen, no hay dirigencia ni hincha ni estructura que resista a semejante vejación -la de no ser un técnico exitoso. No importa la dignidad ni la nobleza de los recursos utilizados para alcanzar el fin: técnico que no gana, es considerado un fracaso.
Argentinos parece querer encarar las cosas de una manera diferente. Desde su llegada al equipo de La Paternal en el torneo pasado, su técnico Diego Dabove, alejado del vedettismo y mostrando sobradas posturas de seriedad, sacó a resplandecer todo el expertise adquirido en su primera etapa como director técnico, también la temporada 2017/18, en Godoy Cruz. En realidad, su primera experiencia fue en un interinato en Lanús, en el año 2003, con solo un partido. Anteriormente y desde el año 2000, había deambulado por diversos equipos de la Primera División -Lanús, Boca, Argentinos Juniors, entre otros- y también en otras latitudes -Xerez, en España y hasta en la selección de Bahrein-, siempre como entrenador de arqueros. Es que Dabove fue arquero profesional preferentemente en equipos del ascenso y tuvo que dejar el fútbol a causa de una lesión a los, tan solo, 27 años. “En los otros oficios humanos -relataba Eduardo Galeano-, el ocaso llega con la vejez, pero el jugador de fútbol puede ser viejo a los treinta años”.
Por su parte Racing, defensor del título, despide al artífice de su segunda conquista en menos de diez años: el ‘Chacho’ Eduado Coudet continuará su carrera en el fútbol brasileño, tentado quizás por los millones de Bolsonaro. Seducido por Racing, los fondos del fútbol argentino no fueron suficientes para la suntuosa suma que exigía Jorge Sampaoli, el ex DT mundialista de Argentina, con una cláusula de rescisión de dos millones y medio de dólares. De ese modo, Diego Milito optó por buscar alternativas similares -pero más baratas. Sebastián Beccacece fue el ayudante de Sampaoli y quien lo acompañó a lo largo de su carrera, inclusive en la selección Argentina: en Perú, en Ecuador, en Chile y en España, también, Beccacece fue su edecán. Formaban una dupla efectiva; tiempo después sugirió ser únicamente de intereses.
Los problemas de la Selección desmantelaron el cuerpo técnico de Sampaoli post Rusia 2018 y dieron el impulso a Beccacece a lanzarse a la dirección técnica por sí solo. Tras una más que aceptable campaña en Defensa el campeonato pasado, que acabó en un subcampeonato, dirigió a Independiente este torneo -teniendo una más que olvidable experiencia. Es ahora que se puede cumplir la increíble situación en que Beccacece pase a Racing, tras haber sido echado por Moyano, y quedar en la historia por dirigir a los dos clubes de Avellaneda en un mismo campeonato. Los números son elocuentes: casi el 40% de los equipos en esta Superliga han despedido o modificado a su director técnico. Y a esto se suma la posibilidad de que 2 de estos 9 lo hagan por tercera vez (San Lorenzo e Independiente).
Para explicar la poca ventaja entre los perseguidores del puntero, alcanza con ver la tendencia de los últimos partidos. Los 15 primeros equipos de la tabla de posiciones, que como dijimos sólo están separados por nueve puntos de ventaja, en sus últimos 5 partidos alcanzan un promedio del 44% de victorias, un 33% de empates y un 23% de derrotas; en cambio, la situación se torna inconfundible con los últimos puestos de la tabla, donde los promedios de derrotas en los últimos cinco partidos alcanza el 68%. Lógicamente, quienes ocupan los últimos puestos lo hacen por haber perdido más de lo que ganaron; lo que no es usual, es que exista tanta paridad en los primeros puestos, al punto de converger en la posibilidad de salir campeón tantos equipos faltando 7 jornadas para el fin de la Superliga y el comienzo de la Copa de la Superliga.
De manera que nadie puede saber ni arriesgarse a decir quién será el campeón del torneo. Lo probable, por conservador que suene, es que cualquier cosa puede ocurrir. Más allá de algunos rendimientos más regulares, daría la sensación que no hay equipos invencibles, aunque sí algunos con mejor billetera que otros.