Ni Maradona ni Carlovich. La zurda mágica de Ernesto Álvarez

Fue campeón del mundo en 1968, en el recordado equipo de Osvaldo Zubeldía. Sin embargo, por una deuda de 15 meses, en 1971 quedó libre y decidió volverse a Gualeguaychú (ciudad entrerriana que lo había visto nacer el 1º de octubre de 1948) con la firme decisión de abandonar definitivamente el fútbol. Pero un llamado del “Vasco” Juan Eulogio Urriolabeitía, cambiaría para siempre su vida deportiva.

Por Diego Meloni, socio del CIHF.

Ernesto Juan Álvarez o simplemente “Cococho” como se lo conoce en Santa Fe, tiene en su haber el amor de los propios y el respeto de los extraños; incluso, muchos que nada tienen que ver con la vida del Club Atlético Colón han llegado a afirmar que supo ser mejor que Diego Armando Maradona, un privilegio que no muchos pueden ostentar; entre ellos, el “Trinche” Tómas Carlovich. La falta de archivos fílmicos en demasía, es un factor que ha ayudado a dar mayor credibilidad a ese tipo de teorías y comparaciones, agigantando ambas leyendas.

No ganó nada deportivamente en Santa Fe, pero sin dudas su mayor logro fue el reconocimiento de la gente, y una idolatría que pocos tuvieron el gusto de disfrutar. La misma se empezó a gestar cuando llegó a la ciudad en 1972, por expreso convencimiento de Urriolabeitía (quién lo había dirigido en las inferiores pincharratas). Debutó frente a Huracán en un partido de tercera, pero rápidamente conquistó al hincha rojinegro y se ganó un lugar en el primer equipo. Dueño de una zurda prodigiosa, y su capacidad de ocupar cualquier lugar del campo de juego lo convirtieron en un verdadero caudillo, además de un extraordinario estratega.

En esos primeros años, tuvo actuaciones destacadas que le permitieron a la institución del Barrio Centenario afianzarse en primera, y proyectarse cómo protagonista de los diferentes torneos; además de transformar al “Cementerio de los Elefantes” en un reducto inexpugnable, en el que muy pocos equipos lograroban llevarse algún punto. A mediados de 1974, la pelea con algunos directivos, le costó su salida a Emelec de Ecuador. Previamente, se dio el gusto de compartir equipos con varios ex Estudiantes, y algunos jugadores que, en 1978, lograrían el primer título del mundo con la Selección Argentina. Baley, Spadaro y Zibecchi, Villaverde, Trossero y Carlos López, entre otros, integran ese selecto grupo.

La primera experiencia internacional sería corta, ya que el cambio de directivos en Colón y la llegada como técnico de Miguel Antonio Juárez, le abrirían la puerta para seguir consagrándose como gloria de la institución. De la mano del “Gitano”, Colón realizó una de las mejores campañas de su historia, quedándose con el sabor amargo de una consagración. Sin embargo, con “Cococho” como cerebro y estandarte, lograrían quedar para siempre en la historia, siendo, el de 1975, uno de los equipos que, hasta el día de hoy, se recita de memoria. Al año siguiente, el rojinegro también alcanzaría las instancias decisivas, pero sin la presencia de Álvarez en cancha (había sido vendido al Deportivo Cali y decidieron preservarlo) las chances del título se fueron diluyendo.

La llegada al futbol colombiano fue de difícil adaptación y rápidamente volvió a la Argentina para vestir la camiseta de Huracán. Sin poder consolidarse, su paso fue casi intrascendente por lo que un nuevo llamado desde tierras cafeteras hizo que volviera a emigrar. Primero fue Deportivo Quindío (1978), luego nuevamente Deportivo Cali (1979/82) donde se convertiría en ídolo y pasaría a la historia por la gran cantidad de goles olímpicos convertidos, para terminar vistiendo la camiseta del Deportivo Cúcuta en 1983.

Por aquellos tiempos, la situación de Colón era compleja. El descenso de 1981 a la segunda categoría, había dejado a la institución con serias dificultades económicas y deportivas. Por eso, cuando en 1984, recibió el llamado del presidente Ítalo Giménez, no dudo un instante en volver para dar una mano e intentar conseguir el ascenso. Tuvo un buen año, pero algunos entredichos con los entrenadores Eduardo Janín y Osvaldo Sosa lo llevaron a tomar la decisión de poner fin a su carrera. El 26 de agosto de ese año, el derrota por 4 a 2 frente a Los Andes en Lomas de Zamora, disputaría su último encuentro. Entre sus tres etapas en el club, totalizaría un total de 213 partidos disputados, llegando a la conversión de 45 goles.

Convertido en ídolo, volvió cada vez que el club lo necesitó ocupando diferentes cargos. Dirigió en diferentes ligas del interior de la provincia de Santa Fe, y su última participación en Colón data del año 2013, donde se dedicó a la captación y búsqueda de jugadores; muchos de los cuales llegaron debutar en la primera rojinegra. Decidió volverse a su ciudad de origen, donde una enfermedad llamada ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) comenzó a aquejarlo, apagando su vida el pasado 22 de agosto.

Su partida, se suma a las de Rodolfo Zimmermann, Carlos López, José Luis Saldaño y el “Gitano” Juárez, nombres de ese memorable plantel de mitad de los 70´. Con “Cococho” se va un estilo de juego, una forma distinta de tratar a la pelota y de pensar el juego. Aún en el fútbol de hoy, seguramente marcaría una diferencia extraordinaria; porque para los exquisitos no hubo ni habrá tiempo y espacio.

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