por Juan Presta, socio del CIHF
Todos tenemos un ídolo, que fue el que te hizo más feliz con la camiseta de club, es muy fácil ser hincha de Maradona o de Messi, pero los hinchas de Tigre de mi época (empiezo a andar los 70 años) lo tuvimos a Paruzzo, un goleador increíble, completo, que jugaba por la derecha y por la izquierda, que hacía goles de todos los colores. La suerte de ser periodista y en ese 1980 ser planillero del equipo, me hizo conocer a un tipo extraordinario: humilde, generoso, siempre con una sonrisa. Tengo como un trofeo extraordinario (quizás mi mayor tesoro) la camiseta que me regaló ese año, después de un partido. Es la misma con que sale en todas las fotos de la época, la de la T roja sobre fondo azul.
Edgardo Luis Paruzzo llegó a Tigre en 1980 por pedido expreso de un gran director técnico, Juan Carlos “Canción” Montes (el que hizo debutar a Maradona). Fue el único jugador que pidió, en un plantel con más de 20 “refuerzos” todos traídos por un empresario amigo del presidente Gerardo Vitale, llamado Rodríguez De La Cruz (uno de esos personajes oscuros que hay en el fútbol), que para desacreditarlo dijo: “Parece un indio, solo le faltan las boleadoras”, por suerte Vitale le hizo caso al técnico y lo contrató y junto al Indio Mántaras, fueron los únicos que rindieron.
En un equipo que jugaba muy mal y que cambió 5 técnicos, Paruzzo se ganó los aplausos a base de goles, hizo 13 y fue el sexto goleador de un torneo donde brillaban Diego Maradona y Ramón Díaz, en un equipo que volvió a descender a la Primera B.
Nacido el 17 de agosto de 1954 en Presidencia Roque Sáenz Peña, en Chaco, hijo de un gerente del Banco Nación, que lo trasladaban seguido de provincia, hizo las inferiores en Rosario Central, pero no llegó a jugar en primera. Un tío, también bancario, lo recomendó a Atlético Concepción que dirigía el recordado Hugo García y marcó 48 goles en 35 partidos. Hugo lo recomendó a Quilmes, donde llegó como “el goleador tucumano”, estuvo en el equipo campeón de 1978, pero no jugó mucho, porque tenía delante a un ídolo como Luis Antonio Andreucchi. Se fue a Altos Hornos Zapla a jugar un Nacional y allí lo tuvo Montes que lo llevó a Tigre, donde encontró su lugar y Tigre a un ídolo que la historia dice que es el tercer goleador de la historia, detrás del gran Juan Marvezzi y del Chino Carlos Luna, pero también el tercer jugador con más partidos jugados, detrás de Martín Galmarini y Pedro Daniel Pellegata.
En Tigre encontró su lugar en el mundo y vivió en San Fernando hasta su muerte, lo mismo que el otro ídolo del club, Raúl de la Cruz Chaparro, que vive en la misma localidad, en una casa que le regaló el club.
Paruzzo se fue a los 70 años, pero será eterno para los hinchas de Tigre. Su “rosquita” (remate con efecto que entraba después de una parábola) seguirá siendo recordada, como sus cinco goles a Defensores de Belgrano, cuando volvió de jugar 6 meses en el Bucaramanga de Colombia y se quedó para siempre en Tigre.
Para terminar voy a contar una anécdota personal que cuenta como era. Yo dirigía una revista del ascenso, llamada “Sábado Gol” y por eso dejé de hacer la planilla porque me parecía antiético ponerle puntaje a los jugadores y convivir con ellos. En un partido le puse tres a Paruzzo y me dolía como si me los hubieran puesto a mí, por eso le fui a hablar para pedirle disculpas y me contestó: “Porqué me pedís disculpas, si me regalaste nota, fui un desastre”. Ese era Paruzzo, se lo va a extrañar, como extrañamos sus goles. Pero ya es eterno.
NdR: Paruzzo falleció el 2 de septiembre de 2024.