Racing Club, San Isidro y la polémica

por Ricardo Gorosito, socio del CIHF

Para 1915, los dirigentes del fútbol argentino habían solucionados sus diferencias. Los clubes que en 1912 adhirieron a la Federación Argentina, entidad disidente fundada por el Dr. Ricardo Aldao, comprendieron que aquel fue un mal paso. Carecían de clubes realmente competitivos, en tanto sus pares de la Asociación Argentina eran los de mayor convocatoria. Para 1915, iban derecho a la extinción. Hubo acercamientos entre ambas entidades y en el mes de diciembre se llegó a un acuerdo. Los clubes “federacionistas” regresaron al seno de la Asociación Argentina, donde fueron recibidos sin rencores y se los incluyó en el campeonato de primera de 1915. Entre los rebeldes que retornaron estaban Independiente, Estudiantes de La Plata, Porteño y G.E.B.A. los únicos que se habían destacado en esos tres años de separación. También fueron admitidos Argentino de Quilmes y Tigre, desafiliados por la FAF.

Así, el torneo de 1915 pudo contar por primera vez con quienes luego serían los “cinco grandes” del fútbol argentino: Boca Juniors, River Plate, Racing Club, San Lorenzo (ascendido ese año) e Independiente. En 1916 se sumará el sexto, Huracán. Y los llamamos grandes, porque a partir de aquí, entre ellos se repartirán todos los títulos de Primera División hasta 1966, excepción de 1929 cuando se impuso Gimnasia. Por tal razón el certamen de 1915 prometía ser muy luchado.

Y lo fue en el comienzo. Racing, San Isidro y River se erigieron en los candidatos más firmes. Lamentablemente, no es posible desarrollar el torneo fecha por fecha ya que uno de los grandes vicios que tuvo el amateurismo, fue el no cumplimiento estricto del fixture como sucedió a partir de 1931 con la llegada del profesionalismo. Por distintas causas se iban postergando partidos. Por razones climáticas, porque alguno de los clubes no llegaba a formar el equipo o por acuerdo mutuo. Recordemos que los futbolistas tenían otras ocupaciones, y muchas veces no podían jugar en días de semana para no faltar a sus trabajos.

El domingo 7 de noviembre la mayoría de los equipos completaron los 24 partidos del torneo. Ese día San isidro venció a Atlanta como visitante 1 a 0, Racing goleó a Tigre 6 a 0 en Avellaneda y River, que ya había perdido considerable terreno, se impuso a Quilmes en el sur por 4 a 1. Las posiciones estaban así: San Isidro tenía 44 puntos y un partido pendiente de resolución ante Banfield que estaba empatado 1 a 1 cuando debió suspenderse por incidente en la tribuna albiverde y River contaba con 35 puntos y le restaban dos partidos. Evidentemente estaba ya fuera de la discusión. Racing en tanto, sumaba 30, pero con ocho (sí, ¡ocho!) partidos pendientes. Pocos días después, salió el fallo del tribunal respecto del encuentro Banfield – San Isidro que le dio el triunfo a los celestes del norte, por lo tanto, la diferencia se alargó a 16 puntos. La “Academia” necesitaba vencer en todos sus encuentros postergados para igualar a San Isidro. El domingo 14 de noviembre Racing no jugó ya que ese día disputó la final de la Copa de Honor Cusenier con Nacional en Montevideo donde cayó por 2 a 0. El 21 de noviembre comenzó a ponerse al día. Esa tarde superó 4 a 0 a Porteño y una semana después por el mismo marcador a Estudiantes de La Plata, en partido accidentado que finalizó a los 55 minutos cuando el equipo platense se retiró de la cancha.

Estamos ya en diciembre. El domingo 5 le ganó sin dificultades a Argentino de Quilmes por 8 a 1, en una gran tarde de su goleador, Alberto Ohaco, autor de cuatro tantos. Tres días después, en el feriado del 8 de diciembre, logró otro amplio triunfo ante Estudiantes de Buenos Aires por 5 a 0. Ya había achicado la diferencia a ocho puntos. En San Isidro, continuaban rezando…

Para el domingo 12 de diciembre, estaba previsto el clásico de Avellaneda que por el fixture correspondía a la última fecha en el estadio racinguista. Los rojos realizaron ese año una campaña para nada destacada. Finalizaron octavos muy lejos de los líderes. Pero los clásicos son un “campeonato” aparte y ese tenía además el atractivo de ser el primero del historial en Primera División. A los 11 minutos la primera sorpresa. Albérico Zabaleta, centro delantero Rojo anotó el primer gol del partido, ventaja que aumentó Nicolás Cappeletti, hermano del defensor, a poco de iniciado el segundo tiempo. Desazón en la parcialidad racinguista; el campeonato se escapaba. Faltando tres minutos, descontó Nicolás Vivaldo, pero no alcanzó. Fue triunfo Rojo por 2 a 1. Aclaremos que en 1915 no había radio y menos aún televisión, así que nos imaginamos a los hinchas sanisidrenses esperando ansiosamente la llegada de los diarios al día siguiente. Casi todos resaltaban en su portada el título “San Isidro campeón”.

Pero el diablo “metió la cola”, o mejor dicho “metió la pata”. El 19 de septiembre, Independiente había vencido 3 a 0 a Defensores de Belgrano y su back izquierdo Victorio Cappelletti resultó expulsado. A la fecha siguiente, Cappelletti jugó ante Estudiantes de La Plata ya que el fallo todavía no había salido. Éste se conoció el 20 de octubre, y por lo tanto el encuentro ante los de La Plata no contaba. Luego llegaron dos partidos con Quilmes y G.E.B.A y los directivos entendieron, erróneamente, que ya se había cumplido la sanción. Por esa razón, el capitán de Independiente, Ernesto Sande, lo incluyó en el clásico ante Racing. Recordemos que por ese tiempo no existían los directores técnicos y era el capitán quien formaba el equipo y daba las instrucciones, incluso dentro del campo durante el partido. Todos creyeron que Cappelletti estaba habilitado.

Racing sí tomo en cuenta ese detalle y elevó la protesta correspondiente. El jueves 16 de diciembre, el Concejo Divisional comprobó que la pena de tres partidos no estaba cumplida y le otorgó a Racing los puntos perdidos en la cancha. Esto provocó un gran descontento en la masa societaria de los Rojos y el secretario Julio Mantecón renunció a su cargo. Se inició una investigación sobre las causas que motivaron la inclusión de Cappelletti, que confirmó el error. Pero no pasó de allí y no hubo ninguna sanción.

Mientras tanto Racing seguía con vida, ya que todavía le restaban tres encuentros, que ganó con total facilidad. El 19 de diciembre goleó a Kimberley por 4 a 0 como visitante, el 26 se impuso 5 a 0 a Platense y completó el total de 24 partidos el 2 de enero de 1916 al derrotar 6 a 0 a Defensores de Belgrano, alcanzando los 46 puntos necesarios para igualar a San Isidro. La hazaña, o la mitad de ella estaba cumplida. El Reglamento contemplaba un partido desempate, que se realizó el 6 de enero en la cancha de Independiente y allí Racing tuvo su regalo de Reyes. Ganó 1 a 0 con el gol de Alberto Marcovecchio y logró el campeonato que muchos simpatizantes ni soñaban dos meses antes.

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Aspecto que presentaba la tribuna oficial de la cancha de Independiente el 6 de enero de 1916 en la final entre Racing y San Isidro. Saco, corbata y sombrero (foto: Revista “Caras y Caretas”)

Hoy es imposible pensar que ocurran estas cosas, pero en aquellos años de amateurismo puro, ocurrían con cierta frecuencia.

Racing, el campeón de 1915 fotografiado el día de la final. Arriba: S.Presta, A.Betular, S.Arduino, F.Olazar, A.Reyes, R.Pepe. Abajo: A.Marcovecchio, Z.Canaveri, A.Ohaco, J.Hospital, J.N.Perinetti El de saco a rayas es el árbitro Héctor Alfano, que dirigió el partido. Curiosidades del amateurismo. El árbitro se fotografiaba con los equipos.
Racing, el campeón de 1915 fotografiado el día de la final. Arriba: S. Presta, A. Betular, S. Arduino, F. Olazar, A. Reyes, R. Pepe. Abajo: A. Marcovecchio, Z. Canaveri, A. Ohaco, J. Hospital, J. N. Perinetti. El de saco a rayas es el árbitro Héctor Alfano, que dirigió el partido. Curiosidades del amateurismo: el árbitro se fotografiaba con los equipos.

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