Bayern Múnich y Sevilla jugarán la Supercopa Europea el próximo 24 de septiembre en Budapest, Hungría, abriendo así la temporada 2020-21 del fútbol europeo. Vamos a descubrir la historia del último trofeo que nació en la historia del fútbol europeo y cuyo formato ha sido cambiante a lo largo de las décadas.
Por Lorenzo Guarnieri, invitado del CIHF.
Nacimiento de una competición
El Ajax de Rinus Michels y de Johann Cruyff había empezado a dictar ley en Europa con su Fútbol Total, primero ganando la Copa de Europa 1970-71 frente al Panathinaikos de Atenas y acto seguido repitiendo el triunfo en dicha competencia en 1971-72 ante el Inter de Milán, en sendas finales imponiéndose 2-0. La segunda de éstas se llevó a cabo en Rotterdam y fue la consagración definitiva de Cruyff, quien con un doblete hacía destellar aún más su cetro de mejor futbolista europeo, encaminado tal vez a heredar el trono ecuménico que Pelé desde Estados Unidos dejaba ya vacante.
En la tribuna del estadio ‘De Kuuip’ estaba presente Anton Witkamp, reportero del principal diario holandés, ‘De Telegraaf’, encandilado con ese juego, esa sublime estética y con la gloriosa grandeza que el presente y el porvenir le reservaban al equipo de Ámsterdam, quizás en su imaginario y en el de unos cuantos apasionados el equipo más poderoso que se subiera al gran escenario balompédico continental desde los tiempos del gran Real Madrid de Di Stefano y Gento. Luego de dos Copas de Europa consecutivas y la pendiente Copa Intercontinental (donde Ajax le ganaría finalmente a Independiente).
¿Qué más podrían ganar los Lanceros para legitimar su supremacía internacional? En ese entonces (y sería así hasta 1999) existía en Europa un torneo cuyo nombre histórico en idioma español fue siempre Recopa de Europa, en inglés ‘Cup Winners’ Cup’, que literalmente significa Copa de los Vencedores de Copa. Como se intuye, mientras la Copa de Europa era el certamen reservado a esos clubes que en la temporada previa se habían coronado campeones nacionales, la Recopa-la copa de Vencedores de Copa-estaba en principio destinada a aquellos clubes que hubieran conseguido en sus respectivos países la copa nacional. Luego, en el caso de que un club en un país lograse tanto el torneo de primera división como la copa nacional, el cupo para participar en la Recopa se otorgaba al subcampeón de la copa nacional.
Lo que el periodista holandés Anton Witkamp imaginaba era que el campeón de la Recopa, en cuanto tal, ya contaba con credenciales importantes para ser un contrincante creíble para el equipo campeón de la Copa de Europa. En efecto poquísimos años antes el Milan de Nereo Rocco había dado al cabo de un año la vuelta olímpica en ambas manifestaciones : se coronó primero campeón de la Recopa en 1967-68 (ganando la final en ese mismísimo estadio de Rotterdam, contra Hamburgo de Alemania ) y acto continuo en 1968-69 levantó la Copa de Europa, ganándole por goleada(4-1) a ese mismísimo Ajax, en el Bernabeu, la cancha del Real Madrid.
Rotterdam, Copa de Europa, Recopa, Ajax, Milan, Bernabeu, Real Madrid…. Esa miscelánea de torneos, equipos, campeones y estadios empezó a voltear en la mente de Witkamp hasta que dio en el blanco y concibió su nuevo engendro: un desafío que pusiera cara a cara a los campeones de ambas competiciones, con partidos de ida y vuelta en las respectivas canchas. Witkamp expuso su idea al entonces mandatario de Ajax, Jaap Van Praag, quien, entusiasmado con la propuesta del periodista elevaría a continuación la proposición a la UEFA. El presidente de la confederación europea de fútbol, el italiano Artemio Franchi, se mostró interesado al proyecto.
Sin embargo, para la temporada 1972-73 había un problema: el Rangers de Escocia, actual campeón de la Recopa, debería purgar un año de suspensión desde toda competición oficial, debido a las intemperancias que su hinchada cometiera en Barcelona durante la victoriosa final de Recopa. Por lo tanto UEFA no podría ratificar la competición en tanto en ésta participase un equipo bajo sanción.
La primera edición de la Supercompetition terminaría jugándose igual, aunque exclusivamente bajo los auspicios del diario ‘De Telegraaf’ y enmarcada además en los festejos del centenario de Rangers: Ajax ganó el desafío imponiéndose primero 3-1 a la ida en Ibrox Park y ratificando su superioridad con un 3-2 a la vuelta en el estadio Olímpico de Ámsterdam. Aunque no oficial, es ésta a menudo considerada como la primera edición.
Para el año siguiente ya no habría obstáculos jurídicos para que UEFA tomase cartas en el asunto: la edición de 1973 (jugada durante la temporada 1973-74) fue el primer auténtico triunfo de Ajax que como tricampeón europeo aplastó al Milan : luego de perder 0-1 la ida en Milán, el conjunto holandés (ya huérfano de Cruyff) aniquiló a los rossoneri por 6-0, desquitándose simbólicamente de la final de Copa de Europa de 1969.
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En Europa, luego del triple triunfo del Ajax de Cruyff asomaría el gran Bayern Múnich de Franz Beckenbauer y Gerd Müller, equipo que al igual que sus predecesores holandeses conseguiría la Copa de Europa por tres temporadas consecutivas (1973-74, 1974-75, 1975-76) pero no pudo en la Supercompetición: en 1974 el torneo no se jugó, pues los dos equipos alemanes-Bayern de Alemania Occidental y Magdeburgo, Alemania Oriental – no pudieron ponerse de acuerdo sobre las fechas; en 1975 y 1976 en cambio el Bayern fue derrotado tanto por Dinamo Kiev de la URSS como por el Anderlecht de Bélgica (el primer éxito para los alemanes llegará recién en 2013).
Luego de la victoria de Liverpool sobre Hamburgo en 1977 (el 6-0 de los Reds en el partido de revancha es victoria récord junto al otrora mencionado 6-0 del Ajax sobre el Milan), en 1978 los ingleses de Bob Paisley se confirmaban campeones europeos, pero esta vez en la Supercompetencia deberían rendirse ante el Anderlecht de Bélgica, que dos años después volvía a ser verdugo de los campeones europeos : con entre sus estandartes los holandeses Rob Rensenbrink y Arie Haan, Anderlecht ganó 3-1 a la ida en Bruselas y perdió por 2-1 en la vuelta en Anfield, llevándose nuevamente a su vitrina la placa de plata del campeonato (hasta 1990 sus dos victorias le valdrán el liderazgo de la tabla histórica).
A pesar de que se le llamó casi siempre Supercopa, si hasta aquí se insistió tanto en hablar de Supercompetición y no de Supercopa es porque, hasta 1985 incluso, al ganador del certamen no se le obsequiaba ningún trofeo que tuviera semblante de copa, sino una placa conmemorativa con el emblema de UEFA diseñado en su superficie. En los años siguientes la obtendrían el Nottingham Forest en 1979-80 (único equipo extranjero que dio una vuelta olímpica frente al Barcelona en su estadio), el Valencia en 1980-81, el Aston Villa en 1982-83, el Aberdeen en 1983-84 (único cuadro escocés en triunfar) y la Juventus en 1984-85.
Esta última edición, que se disputó en partido único en enero de 1985 en cancha de Juventus fue muy significativa: Liverpool, que ya había declinado participar contra Dinamo Tbilisi en la edición de 1981-82, se veía superado por 2-0 y los jugadores de Juventus levantaron el trofeo y dieron la vuelta vistiendo ya las camisetas rojas de los rivales, en una aparente comunión y amistad entre los dos clubes.
Sin embargo, cuatro meses más tarde esos mismos equipos volverían a verse la cara en la final de Copa de Europa, en el estadio Heysel de Bruselas, pero el nuevo triunfo de Juventus esta vez se vería completamente ensombrecido por la tragedia, ya que antes del encuentro 39 personas perdieron la vida en una estampida provocada por la agresión de los hooligans ingleses. A raíz de estos hechos todos los clubes ingleses serían suspendidos durante 5 años desde las competiciones europeas. La edición 1985-86 de la Supercompetition por ende se convirtió en la tercera que no se disputaría: tendrían que haberla jugado Juventus y Everton, el otro equipo de la ciudad de Liverpool que acababa de ganar la Recopa, pero a causa de los incidentes provocados por una parte de la hinchada del gran rival se le negaba al club de Goodison Park la chance de más gloria.
El certamen volvería en 1986 y ahora sí, a aguardar las manos del capitán de los campeones estaría una copa verdadera y auténtica.