Un gran pretexto para festejar

por Juan Roberto Presta, socio del CIHF

Quizás la idea salió en uno de esos encuentros trasnochados en los café de Buenos Aires, donde los periodistas se juntaban después del cierre de los diarios o en alguna cancha de fútbol, donde los cronistas deportivos confraternizaban mientras miraban el partido que tenían que comentar. No se sabe a quién se le ocurrió, pero alguien dijo “porque no aprovechamos el feriado del día del Canillita y festejamos también el día del periodista deportivo”. El día del “canillita” se había designado el 8 de noviembre fecha de fallecimiento del gran escritor uruguayo Florencio Sánchez, quien acuñó ese término para los chicos que vendían diarios por la calle, con sus pantalones cortos y sus flacas canillas. Lo hizo para el personaje principal de una obra de teatro que se llamó “Canillita”.

No piense que un 7 de noviembre hubo un hecho deportivo importante, ni que nació alguna de las leyendas del periodismo deportivo. El día del periodista deportivo fue impuesto en 1938, por los mismos que 3 años después formarían el Círculo de Periodistas Deportivos y se hizo ese día por una razón práctica: Ese día no se trabajaba en las redacciones, porque el 8 de noviembre no había diarios. Por lo que la mayoría de los periodistas deportivos no trabajaban y podían festejar.

En 1938 no existía la televisión y la mayoría de los periodistas deportivos trabajaban en los diarios, aunque la radio tenía mucha potencia y Edmundo Campagnale comandaba la Oral Deportiva, la misma que después heredaría José María Muñoz, desde 1933.  Por eso se podía hacer un almuerzo o una cena de camaradería, para juntarse y conocerse.

El periodismo deportivo argentino tuvo figuras fundamentales, relatores como Alfredo Aróstegui (el relator olímpico, porque relato aquel partido entre Argentina y Uruguay, el del gol olímpico de Cesareo Onzari); Lalo Pelliciari, Fioravanti, José María Muñoz, Washington Rivera, Eugenio Ortega Moreno, Oscar Gañete Blasco, Yiyo Arangio ó Víctor Hugo Morales.

Comentaristas radiales de mucha  categoría, empezando por Guillermo Stábile (goleador del Mundial de 1930 y técnico casi eterno de la selección nacional), Enzo Ardigó, Estanislao Villanueva “Villita”, Dante Panzeri, Horacio Bessio, Horacio García Blanco, Dante Zavatarelli, Julio César Calvo, Néstor Ibarra, Julio Ricardo y los todavía vigentes Enrique Macaya Márquez y Alejandro Apo.

Plumas de gran capacidad literaria como Borocotó, Félix Daniel Frascara, José López Pájaro (padre de Julio Ricardo y fundador de la revista La Cancha), Salustiano González (que firmaba como Agustín Selsa Lozano, un anagrama de su nombre y apellido), Osvaldo Ardizzone, Miguel Ángel Merlo, Alberto Laya, Hugo Marini, Chantecler, Diego Lucero, el gran Ernesto Cherquis Bialo y Ezequiel Fernández Moores, entre otros.

Y por suerte en los últimos 30 años también literatos como Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, Juan Sasturaín, Hernán Casciari, Ariel Scher y muchos más que le dieron realce y épica a la pasión más grande de la Argentina y que tuvieron en la prodigiosa voz de Alejandro Apo, un difusor impresionante. Aunque como antecedente de estos se puede recordar a Agustín Cuzzani y su obra “El centrefoward murió al amanecer”.

En una época donde pululan los canales deportivos y donde desde la radio, los diarios (entre ellos Olé), los podcast y  los streaming. Donde en las redes sociales se discuten hasta los laterales. El periodismo deportivo sigue vivo y con gente muy profesional que defiende la verdad. También hay arribistas y gente que se autoproclama periodista deportivo, sin ningún tipo de formación, pero de eso siempre va a haber.

Feliz día a todos los periodistas deportivos, la mejor profesión del Mundo.

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