Por Diego Zelonka, socio del CIHF.
Uno nunca está preparado para estas cosas. Capaz que escribir alivia un poco ese dolor que atraviesa el alma, estruja el corazón. Los que perdimos a algún ser querido, sabemos lo que se siente. No se puede explicar porque es un dolor que viene de adentro, de algún lugar que no tiene nombre.
Estoy atravesando ese momento de dolor en donde siento que te amo, que te voy a extrañar mucho, pero a la vez te odio por haberte muerto. Como si uno eligiera que eso suceda.
Durante todo el día recibí muchos mensajes de gente querida, familiares, amigos, conocidos. Dándome el pésame y preguntando como estaba. Estoy destrozado. Vuelvo a sentir ese dolor que atraviesa las entrañas y no sabemos cómo explicarlo. Capaz escribiendo uno libera y se siente un poco menos pesado.
Te moriste boludo.
Creo que la culpa es tuya, porque nos hiciste creer que este día no iba a llegar jamás. Porque vos sos eterno, vos sos inmortal. ¿Cuántas veces te moriste y después volvías? Entonces todos creemos que esta es una más de esas. Que vas a volver, que vas a salir de la clínica y vas a putear a todos los que te dieron por muerto. Y que esos la sigan mamando. Con el perdón de las damas.
Siento que la tristeza en el pueblo, en la gente, en la calle, se asemeja bastante a aquella vez que te cortaron las piernas. El pueblo estaba deprimido, triste. Hoy está igual. Está deprimido, está triste. Hoy a nosotros nos cortaron las piernas. Porque todos sabemos que los argentinos somos un poco Maradona. Nos la damos de vivir y ser correctos como Messi, pero en el fondo sabemos que somos como vos. Con las mismas miserias, las mismas contradicciones.
Podría hablar de fútbol, pero vos lo trascendiste. En algún momento eso sucedió y no sé cuándo fue. Vos te metiste en cada casa, en cada familia. Eras uno más. Si gracias a vos, tu familia pasó a ser parte de la nuestra. Porque uno solo cuando habla de su familia puede decir el nombre y no el apellido y saber a quién nos referimos. Si digo Doña Tota, Don Diego, Claudia, Dalma, Giannina, no hace falta agregar más nada…
Y que quilombo le armaste a la RAE. Porque no cualquiera tiene un nombre que después se termina convirtiendo en un verbo, un adjetivo, un sinónimo. ¿Y el registro civil? No me quiero imaginar la cara del empleado cuando cayó Walter Rotundo y partió tu apellido al medio para nombrar a sus mellizas: Mara y Dona.
En una discusión y cuando necesitamos que nos crean y que sepan que estamos diciendo la verdad, pasamos a jurar por Dalma y Giannina. Y si alguien me lo jura por ellas, yo ya le creo. Porque sabemos que con eso no se jode.
A muchos se nos murió la infancia y la adolescencia. Se murió nuestro superhéroe, el personaje de ficción que una vez por semana se vestía de ser humano para jugar a la pelota. Gracias a vos, acá empezaron a verse camisetas de un club de afuera. Ahora es común ver en la plaza camisetas de equipos de todos lados. Pero vos fuiste el que primero logró eso. Que la del Napoli se vea en una plaza cualquiera de algún lugar de Argentina.
Y hablando de Nápoles, creo que ahí te amaron de verdad. Te quisieron sin juzgarte, te quisieron sin señalarte. Porque los pusiste en el mapa. En un mundo completamente desigual, agarraste a los pobres del sur y los hiciste conocer la gloria. Parece un guiño del destino, porque vos también eras del sur, pobre y llegaste a la gloria. Fue tu patria adoptiva, te adoptaron y te merecieron. Te pusieron al lado de San Genaro.
Los que te amamos de verdad, sin pedirte nada a cambio, notamos algo. En los últimos tiempos, dos temas eran recurrentes en las entrevistas que dabas: tu infancia y tus viejos. Y tu mirada triste. Creo que ya no poder hacer nada con la pelota, debido a los problemas físicos, te fue matando de a poco. Y no digo jugar un partido. Ni siquiera poder patear con Benjamín en el parque de tu casa.
Sufrimos demasiado al ver cómo te exponían por ganar unos pesos más. Esos billetes que vos no necesitabas para ser feliz, pero ellos si los necesitaban por canallas que son. El pueblo no se equivoca y sabe quiénes son. Te alejaron de todos los que te querían, los que de verdad sufrían con y por vos.
Ojalá hayas podido disfrutar del amor de tu gente. Del obrero que se levanta a las 4 para ir a la fábrica, del tachero que está 12 horas arriba del auto, de la maestra que da clases en un paraje rural, de los pibes que en los potreros de Formosa tienen la 10 de Argentina con tu nombre.
Envidio la moralina barata de aquellos que señalan con el dedo pero cruzan de vereda cuando ven un pibe pidiendo en la calle, aquellos justos que son la vara de lo que está bien o no, pero no resisten un archivo de cinco minutos.
Ya estarás mateando con Doña Tota, mientras más allá Don Diego está prendiendo el fuego para hacer un asado. Es un lindo jueves, acá está soleado.
Te voy a extrañar mucho.
Que descanses. Hasta pronto.