por Felipe Soutinho, socio del CIHF
Nacido el 9 de agosto de 1931, en Maceió, estado de Alagoas, Mario Jorge Lobo Zagallo, a los ocho meses de vida, se mudó con su familia a Rio de Janeiro. Tijuca fue el barrio elegido para la nueva residencia.
Su padre, Aroldo Cardoso Zagallo, quería que estudiara contabilidad para trabajar en la representación carioca de la fábrica de tejidos familiar, pero desde sus primeros partidos en el potrero, el benjamín de la familia se enamoró del fútbol y quiso ser jugador profesional, siguiendo los pasos del padre, que defendió el CRB de Alagoas. Cuando la cosa empezó a tornarse seria, el hermano Fernando Henrique ayudó a convencer al padre que, al principio, fue contrario a la idea.
En el apellido completo de Zagallo, Mario Jorge Lobo Zagallo, el Lobo viene del apellido materno, como es costumbre en Brasil. Su madre se llamaba Maria Antonieta Lobo Zagallo y el hijo heredó los dos apellidos -el Lobo materno y el Zagallo paterno-, como también es usual en Brasil. Así que el “Lobo” no es un apodo, sino parte de su apellido. Influyó, sin dudas, en su apodo como DT, el “Viejo Lobo”, pero no más que eso.
Además del potrero donde futuramente sería construido el Maracanã -y donde Zagallo jugaba sus picados-, en la vecindad también estaba la sede del América Fútbol Club, al cual la familia era asociada y donde Mario practicó natación, vóleibol y tenis de mesa -deporte en que conquistó algunos títulos en su infancia-.
En 1947 inició su carrera en el fútbol, jugando en el equipo infantil del club, como entreala izquierdo. Actuando en esa posición, disputó los torneos juveniles de 1948 y 1949, cuando salió subcampeón.
Pero muy pronto el joven Mario supo evaluar mejor sus chances como profesional y cambió su posición en la cancha. “Antes de jugar en el América, actué en el Maguary y en el América Júnior, dos equipos de potrero. Mi posición era entreala y soñaba con llegar a la selección. Por eso cambié de posición; de entreala Izquierdo pasé a la punta, por el mismo lado. Con la 10 no llego a la selección, pero con la 11 tengo chances”, era su pensamiento en la época, revelado en una entrevista del documental “Zagallo 90 Años”, producido por la FIFA.
En 1950, Zagallo aprobó en un test en el Flamengo, club donde permaneció por ocho años. Ese mismo año vio en el Maracanã como Brasil perdía el título de campeón mundial ante Uruguay, en el famoso “Maracanazo”.
Pero con un detalle: lo vio uniformado, no como jugador de fútbol sino como miembro de la Policía del Ejército, donde hizo el servicio militar. Ese día estaba destacado como parte de la seguridad del evento. Un año después -o sea, en 1951- ya brillaba en las canchas, habiendo conquistado el campeonato brasileño de aspirantes representando a Río de Janeiro.
El entonces entrenador de la selección olímpica de Brasil, Newton Cardoso, lo vió y le habló para que no firmase contrato, porque se aproximaban los juegos de Helsinki en 1952 y él quería a Zagallo entre los convocados.
“Por las dudas, en la época, preferí firmar contrato como profesional en el Flamengo. Así, dejé de participar de los Juegos Olímpicos”, declaró Zagallo en una entrevista al programa “Roda Viva”, de la TV Cultura, en 1996.
Como jugador, Zagallo era flaco y tenía una preparación física extraordinaria. Cuando su equipo tenía la pelota, actuaba como puntero neto, buscando el fondo y el centro; pero cuando perdían la pelota, ayudaba en la marca, cerrando el medio. Eso le valió el apodo de “hormiguita”, por la cantidad de trabajo que era capaz de hacer en la cancha.
En el Flamengo, Zagallo conquistó un tricampeonato carioca, en 1953-54-55. Al inicio el titular era Esquerdinha, pero con el tiempo logró conquistar el puesto. Y también por el club rojinegro fue llamado para participar del Mundial de 1958 en Suecia. Había otros candidatos, punteros habilidosos como Canhoteiro, del Sao Paulo y goleadores, como Pepe, del Santos. Su debut en la selección fue contra Paraguay, en un partido amistoso jugado en Río que ganó Brasil 5 a 1, habiendo marcado dos goles. Al final, a Suecia fueron él y Pepe.
Jugó los seis partidos del mundial, marcando un gol en la final, ganada por Brasil 5 a 2 ante la anfitriona Suecia. En ese mismo partido sacó una pelota sobre la línea, en lo que hubiera sido el segundo gol sueco, cuando Brasil estaba en desventaja. “La hormiguita” ayudando en la defensa…
De vuelta a Brasil, Zagallo fue el primer jugador en conseguir el pase libre y fue del Flamengo al Botafogo.
“Yo no quería dejar el Flamengo. Fleitas Solich (técnico) y el director Fadel vinieron a mi casa, hablaron conmigo. Me acuerdo hasta hoy de las palabras que dije: ‘No quiero salir, yo había propuesto a ustedes que daría mi pase en canje de un empleo en la Caja Económica’, que era mi garantía de futuro. ‘Estoy jugando, pero siempre pensando adelante, y hasta hoy ustedes no me dieron oídos’”, recordaba Zagallo.
“Entonces vino la Portuguesa ofreciéndome tres millones, el Palmeiras ofreciendo cinco millones, y terminé aceptando ir al Botafogo por tres millones. ¿Por qué? Porque el Botafogo era un buen equipo, y además mi esposa era profesora e iba a perder todas sus clases se yo iba a San Pablo”, dijo Zagallo, en una entrevista a Jayme Pimenta Valente Filho para el libro “Mario Jorge Lobo Zagallo: Entre el Sagrado y el Profano, una historia de vida”, de la Facultad de Deportes de la Universidad del Porto, Portugal, 2006.
Actuando en el Botafogo, junto a monstruos como Nilton Santos, Garrincha y Didi, Zagallo ganó un bicampeonato carioca, el de 1961-62, además de otros títulos, incluso internacionales, como el Torneo de París de 1963. También por el club albinegro fue llamado para su segundo mundial, el de 1962 en Chile.
Una vez más su reserva sería Pepe, del Santos, que era casi su opuesto futbolístico. Goleador, netamente ofensivo, en los dos mundiales era considerado el titular, pero alguna lesión siempre lo postergaba permitiendo a Zagallo ser el titular indiscutido. Y eso terminó por ser fundamental, por el estilo de juego de la Hormiguita, especialmente en Chile, cuando la veteranía de Nilton Santos ya le causaba problemas en la marca de los punteros más veloces. Una vez más Brasil retornó con el título, mucho gracias al trabajo de Zagallo.
En 1965 se retiró del fútbol en el Botafogo. Ya empezaban a surgir nuevos jugadores en el equipo, como Jairzinho y Gérson y él logró actuar con las dos generaciones. Siguió en el club como DT de inferiores en 1966. Ya como técnico del equipo de primera, conquistó el campeonato carioca y la Copa Guanabara en 1967 y 1968, año en que también conquistó el campeonato brasileño.
Gracias a su actuación como técnico, cuando Joao Saldanha fue dimitido como entrenador de la selección brasileña, faltando 100 días para el mundial de México, su nombre fue indicado para asumir la función. Dicen que, para agradar al presidente militar de la época, el general Emilio Garrastazú Médici, llamó al centrodelantero Darío, folclórico artillero del Atlético Mineiro, considerado limitado para actuar por la selección. La verdad es que Darío estuvo en México sin actuar y los militares dejaron en paz a la selección.
Quedó famoso el trabajo de Zagallo en ese mundial, logrando armonizar en el mismo equipo a cinco jugadores que tenían funciones muy similares en sus clubes: Jairzinho, Gérson, Tostao, Pelé y Rivellino, Con una campaña perfecta, ganando a todos sus partidos -incluso el 4-1 a Italia en la final-, Brasil volvió a ganar el título. Y eso le valió a Zagallo seguir como DT de la selección en su segundo mundial, el de Alemania, en 1974. “La hormiguita” daba lugar al “Viejo Lobo”, tres veces campeón mundial, dos como jugador y una como técnico.
En 1972 Brasil fue campeón de un torneo organizado en el país con grandes equipos de todo el mundo. Ya sin Pelé, que se había retirado de la selección en 1971, el equipo brasileño logró el título, ganando 1 a 0 a Portugal en el Maracanã, con gol de Jairzinho. Todo parecía bien para el mundial. Pero en los dos años que pasaron, hubo algunas bajas y varios jugadores no pudieron actuar en 1974. Carlos Alberto, Clodoaldo, Gérson, Tostao, todos titulares, no llegarían a Alemania por varios motivos. Faltó información respecto el equipo de Holanda, quien terminó alejando al equipo brasileño del título. Zagallo cerró allí su primer paso por la selección.
Mario y su gran amor, la selección, estuvieron lejos por varios años. El Viejo Lobo logró una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, con una derrota por 2 a 1 ante la antigua Unión Soviética. En ese equipo estaban varios jugadores que serían campeones más adelante, como Taffarel, Bebeto y Romario.
Hasta que, en 1994, volvieron a encontrarse en un mundial, el de Estados Unidos. Carlos Alberto Parreira, que había trabajado con Zagallo en Kuwait cuando el Lobo estuvo allí como DT, fue al mundial como entrenador, y lo llevó a Zagallo como coordinador técnico. Allí llegó el cuarto título del Lobo, un récord hasta hoy inigualado.
Después vino la participación en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. Con un equipo lleno de estrellas -Ronaldo, Roberto Carlos, Bebeto y Rivaldo-, Zagallo no logró la entonces inédita medalla de oro para el fútbol brasileño. En semifinales, después de estar en ventaja por 3 a 1 frente a Nigeria, el equipo terminó perdiendo 4 a 3 con el “gol de oro”. Disputó la medalla de bronce con Portugal, a quien goleó por 5 a 0.
En 1997, nuevamente como DT de la selección, ganó la Copa América en Bolivia, venciendo a los anfitriones por 3 a 1 en la final. Después de ese partido, pronunció ante las cameras de televisión una frase que quedó famosa: “¡Ustedes van a tener que tragarme!”, refiriéndose a periodistas de San Pablo que tramaban para reemplazarlo con Vanderlei Luxemburgo.
En 1998 estuvo en su anteúltimo mundial, en Francia, logrando llevar el equipo brasileño a la final, perdiendo 3 a 0 con Francia. Ese torneo estuvo marcado por dos cosas: primero la imagen del Viejo Lobo alentando a los jugadores de la selección antes de la disputa por penales ante Holanda y la convulsión que sufrió Ronaldo antes del partido final.
El año 2001 vio su retiro definitivo de las canchas como DT, logrando el tricampeonato carioca con el Flamengo. Tenía entonces 70 años. Todavía le restaba aliento para un último pasaje por la selección en un mundial, actuado nuevamente como coordinador técnico de Carlos Alberto Parreira en Alemania 2006, quedando el equipo en la quinta posición.
En su victoriosa carrera, el Viejo Lobo contabilizó 135 juegos como entrenador de la selección principal (99 victorias, 26 empates y 10 derrotas) y 96 como coordinador técnico (53 victorias, 32 empates y 11 derrotas). En la selección olímpica, fueron 19 partidos (14 victorias, tres empates y dos derrotas). También jugó 36 veces con la amarilla (29 victorias, cuatro empates y tres derrotas) y es el técnico que más comandó la selección. Fueron 17 títulos conquistados entre las funciones de jugador, entrenador y coordinador técnico.
Falleció el viernes 5 de enero de 2024, a los 92 años, por falencia múltiple de órganos.
Tuvo una reconocida relación con el número 13. Él la explicaba así: “No se trata de una cábala. Pasa que mi esposa es devota de San Antonio, cuya fecha santa es el 13 de junio. Y como varias cosas buenas acontecieron conmigo relacionadas a ese número, lo adopté como positivo para mí”. Y supo utilizar esa relación con humor, con frases como “Brasil campeón tiene 13 letras” para seguirla con “y Argentina vice también”. Bueno, “Zagallo eterno” también…