Editorial de Raúl Ramírez, socio del CIHF.
Las presentes reflexiones requieren una aclaración inicial: soy socio del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), el que como sabrán quienes siguen sus publicaciones en las redes, ha establecido días atrás su posición institucional respecto a la mención, totalmente errada, que sobre él se hizo en dos páginas partidarias, en un nuevo capítulo de la polémica sobre Amateurismo y Profesionalismo en nuestro fútbol. Bien, las líneas que siguen son de mi exclusiva responsabilidad, y no implican de ningún modo a la entidad a la que pertenezco.
No pretendo volver sobre la evidente sinrazón de un muchacho que escribe con seudónimo, quién a la hora de referirse al CIHF erró sobre sus objetivos e intenciones y también, para no quedarse corto, sobre sus integrantes, nombrando como tales a una conjunto de personas que en el CIHF no tenemos el gusto de conocer o, en algunos casos, conocemos por lo que publican en otros ámbitos. Aclarado ello, creo que en cambio, sí vale la pena hacer una reflexión sobre la pretendida dicotomía entre la etapa amateur de nuestro fútbol, y la subsiguiente profesional.
Es preciso señalar que el autor de la publicación referida hace un esforzado listado de hechos y de suposiciones, luego los interpreta de manera aún mas forzada, para terminar luego formulando una cita de lo declarado por un señor Malaspina, dirigente de Argentinos Juniors, para concluir de todo ello que sólo debe tomarse en cuenta a la hora de contabilizar campeonatos en nuestro fútbol la era profesional. Se retira luego pretendidamente victorioso del campo de batalla dando por cerrado el diferendo, no sin antes propinar al denominado “Revisionismo” la fulminación que en su opinión merece por parcial y tendencioso.
Bien, yo creo que no es de interés rebatir nada, pues la pretendida polémica se basa en un absoluto malentendido. A partir del cual los lamentablemente no pocos hinchas que se acercan a la historia del fútbol argentino sólo si les sirve para confirmar sus propios prejuicios y fantasías, han procurado llevar agua para sus molinos. ¿Cuál es ese malentendido? Pues aquel según el cual la A.F.A., como entidad existente actualmente está en condiciones de determinar la oficialidad o la validez de campeonatos del pasado. Así, se escucha a veces reclamar en determinados debates futboleros, que tal club debería “reclamarle una estrella a la A.F.A. por aquel campeonato (o aquella copa) que no nos cuentan de 19XX”. Mas allá a la encantadora ingenuidad de atribuir el carácter de “estrella” a una conquista deportiva (¿porqué no representarla con una copita, un solcito o una carita feliz?) la clave, que de ser entendida debería liquidar todo debate, es que la A.F.A. es una persona jurídica que si bien fundada en 1934, reconoce en su Estatuto como antecesoras a todas las entidades que rigieron el fútbol argentino desde 1893 (incluidas las disidentes), tendiendo además una evidente continuidad patrimonial y jurídica con ellas. Así, y en el marco de esa continuidad legal en su vida de persona jurídica de existencia ideal, como en derecho se denomina a las personas jurídicas, para diferenciarlas de los seres humanos, asume toda la historicidad que le corresponde desde la fundación de la primera de sus antecesoras. Y como cada una de ellas, a través de sus organismos de gobierno ha ido proclamando año a año a los vencedores de las diversas competencias oficiales que han hecho disputar hasta hoy, no resulta dificultoso ni problemático establecer cuantos títulos oficiales tiene cada club, hoy afiliado o desafiliado, vigente o desaparecido, en el historial del fútbol argentino, mediante la simple consulta de los documentos oficiales plasmados en Actas, Boletines y Memorias de la A.F.A. y de sus antecesoras, cosa que ninguna opinión ni pronunciamiento actual puede cambiar.
Y eso es todo. ¿Es todo? Bueno, en realidad debería serlo, pero es bueno aclarar un par de cuestiones, que no son menores, que no modifican en nada lo hasta aquí señalado pero que, otra vez, pueden dar lugar a partir de visiones interesadamente torcidas, a malinterpretaciones. Veamos:
- La A.F.A. puede elegir el sistema que se le antoje para establecer cabezas de serie a la hora del sorteo de competencias que así lo requieran. Si opta, como parece que hizo ahora, por contar campeonatos de primera división ganados en el profesionalismo, está en todo su derecho, sin que ello haga desaparecer el pasado. Advirtamos que la FIFA hace su ranking, utilizado también en todo tipo de competencias para determinar a qué copón del sorteo va cada uno, tomando en cuenta un escueto tiempo de desempeños previos, sin que eso le haga pensar a nadie que eso hace “desaparecer” a los antecedentes no incluidos para la determinación de ese ranking. En mi subjetiva opinión, diré que dado que las cabezas de serie son para equiparar fuerzas sobre una competencia actual, y no para premiar la historia de cada club, es hoy más razonable incluir a Velez Sarsfield que a Huracán, compulsadas sus fuerzas y sus antecedentes cercanos. Pero nada tiene que ver esto con el recuento de títulos oficiales.
- Como la historia debe contarse como realmente fue, las estadísticas deben hacerse contabilizando esa historia documental y legalmente existente. Hecho lo cual cada uno tiene plena libertad para opinar, y si lo desea defenestrar la parte que no le guste. Lo que no borra ni la historia ni las estadísticas. ¿Así que no vale lo mismo un título amateur que uno profesional? Desde la subjetividad, podrá decirse lo que se quiera, pero terminada la lluvia de diatribas, la historia seguirá ahí, la estadística y los documentos también. Entre tanto, ¿porqué un campeonato Nacional de 15 fechas, como en 1967 y 68 vale lo mismo que el Metro 77 de 46 fechas? ¿Por qué un campeonato corto de una rueda sola como han sido muchos del amateurismo pero también todos los Aperturas y Clausuras que padecimos durante casi tres décadas se cuenta con el mismo valor que los tradicionales campeonatos a dos ruedas, como todos los disputados entre 1931 y 1967 (con la excepción de 1936)? Sin dejar de recordar que la Asociación Amateur ya logró organizar con éxito y en tiempo y forma torneos a dos ruedas en los denostados años ’20, a la par que no puede dejar de advertirse que cuando hubo entidades disidentes siempre fue posible evaluar que unas hacían torneos mejor organizados, más competitivos o de mejor calidad que otros… Es decir, puestos a criticar la razonabilidad de los reglamentos y el éxito de su implementación de los distintos torneos y copas, mucho se podría decir y diferenciar. ¿Hay alguien que tenga ganas de hacerlo? Puede ser de interés para el historiador pero sospecho que como no alterará ninguna cuenta, la abrumadora mayoría de hinchas que fungen de historiadores no tendrá interés.
- Si bien señalé que no valía la pena hacer una refutación punto por punto de las alegaciones publicadas en esas páginas partidarias, hay algunas cosas que vale la pena aclarar. No sea cosa que sean leídas por menores, a riesgo de arruinar de raíz sus incipientes posibilidades de conocer y entender la apasionante historia de nuestro fútbol. Así, habrá que aclarar que la pretensión de no contar los campeonatos que no incluían al fútbol del interior (o, al revés, contar a los de las ligas de provincias) desconoce que de ser así sería 1967 o 1986 la fecha “fundacional” del fútbol argentino, y no 1931. Pero fundamentalmente no advierte que A.F.A. y sus antecesoras se han arrogado desde su nacimiento, y el fútbol del interior ha aceptado, el gobierno no ya del fútbol porteño, sino del de todo el país. Puede resultar antipático, pero las quejas no hay que dirigirlas a Grondona o Tapia, sino a Mitre, Urquiza, y siguen las firmas… También habrá que dejar establecido que es disparatado desconocer los logros internacionales del fútbol argentino obtenidos en la etapa amateur, alegando que era esa una etapa preparatoria para la Copa América, ignorando que para CONMEBOL, y para el sentido común, Copa América y Campeonatos Sudamericanos son la misma cosa, cambiando solo a partir de los años ’70 el hecho de la denominación del trofeo que se entrega desde hace más de un siglo. Finalmente habrá que señalar que sólo haciendo un enorme esfuerzo de acopio de ignorancia y mala fe se puede negar que al momento de constituirse formalmente el Profesionalismo, el fútbol argentino ya era potencia mundial, todos los clubes hoy denominados grandes estaban firmemente establecidos institucional y deportivamente, el fútbol era el deporte más popular en nuestro país, con el carácter pasional y constituyente de la identidad de cada futbolero argentino, y ya era capaz de vender diarios y revistas, y reclamar la atención de diversos intereses empresariales y políticos (como lo acredita el laudo presidencial del mismísimo Presidente Alvear de 1926 para zanjar la división entonces existente). En una palabra, ya portaba las posibilidades de todo lo bueno y todo lo malo que vino después.
Conozco historiadores serios y responsables, en materia futbolística, identificados con todos los colores, y capaces de contar lo que los documentos confirman, aunque no siempre sea lo que les gustaría… A la mayoría los conocí en (y gracias) al CIHF. Pero creo que hay demasiada gente que solo se interesa por la historia del fútbol para confirmar sus prejuicios. Que le da más importancia a la cargada en la reunión de amigos o en la oficina, y a llenar la hoja partidaria con alegaciones simpáticas a sus lectores, que a la verdad, y está dispuesta a no permitir que algo tan molesto como la realidad se interponga entre ellos y sus deseos e ilusiones. Por ahí puede devenir que casi todos los pretendidos historiadores que rechazan el registro del Amateurismo pertenezcan a entidades que salen relativamente mal paradas de esa etapa: River Plate (pocos títulos), Independiente (demasiados títulos de su rival) y San Lorenzo de Almagro (el caso más paradójico, capaces de tirar 3 campeonatos de liga a la basura a cambio de mantener su “paternidad” sobre Boca). Del mismo modo, sueleb ser historiadores de Racing (aún hoy con más campeonatos amateurs que profesionales), Huracán (con una cosecha amateur superior a la sequía profesional) y Boca (aferrados a los campeonatos que le permiten alcanzar a River en la estadística, y olvidando su incómoda estadía en el ascenso), quienes se alinean en el llamado Revisionismo. Me temo que si los números fueran inversos, las alineaciones en uno u otro bando también lo serían…
Como socio del CIHF quiero contarles con orgullo de pertenecer a esta entidad que no se en que otro lugar podrán convivir bajo el mismo techo historiadores como Gorosito o Keblaitis, contando la rica historia del Rojo de Avellaneda desde su fundación, como Gorgazzi y Nogueira que hinchas de River como son, no dudan en difundir las documentadas constancias de que River fue con toda probabilidad fundado tres años después de la fecha oficial, como Gallego, De Mateo, y en el pasado Carullo, todos hinchas de San Lorenzo sin dejar de ser rigurosos, como Viviani de Huracán, Estévez de Boca, o España y Paso Viola de Racing Club (perdón a los que no nombro, solo doy algunos ejemplos de historiadores identificados con clubes en el ojo de la tormenta del debate). Todos coexistiendo en un ambiente de mutuo respeto, más allá de la plena independencia intelectual, de cada cual, único camino para que una entidad que nuclea a gente de todos los colores perviva a través de los años. Como dice la canción de cancha, “las demás hinchadas nunca lo podrán entender”.