por Jorge Concilio, socio del CIHF
¡Largaron! Mucha gente había esa tarde en el hipódromo, pero apenas un changador de la estación Retiro, Antonio Meraglia y algunos amigos a quienes él había repartido el dato, esperaban la victoria del potrillo Gay Simón. Y contrariamente a lo que ocurre siempre con las fijas, el potrillo del stud Palermo se ganó aquella carrera y pagó un kilo.
La circunstancia provocó el lógico entusiasmo de aquéllos modestos muchachos, habitantes del barrio de Recoleta y a la noche en la euforia del triunfo y de los pesos, resolvieron dar forma a una idea que desde tiempo atrás les venía trabajando la cabeza.
Y así, el 25 de mayo de 1905, quedó fundado allí, en la esquina de Callao y Posadas, un nuevo club de fútbol, al que había que ponerle un nombre. Ya tenían los pesos retirados de la ventanilla de Gay Simón. Pero pese a la disposición y a la admiración que tenían por el pingo, no podían darle su nombre al club. Quedaría feo que una entidad futbolística o atlética como llamaba por entonces, se denominase Club Atlético Gay Simón.
Entonces, en homenaje al potrillo y a los pesos que habían permitido la creación del club, se le dio el nombre del stud: Platense, cuyos colores también vestirían los jugadores de la institución.