Batacazos en mundiales (Primera parte)

Por Ricardo Gorosito, socio del CIHF

Cuando el 21 de mayo de 1904 se fundó la FIFA, en París, unos pocos representantes de los países europeos estuvieron presentes. Los ingleses, ausentes ese día, miraron con cierta desconfianza a la nueva institución y ni siquiera respondieron a la invitación para afiliarse que le hicieron telegráficamente desde la “Ciudad luz”. Solo un año después, y tras largas conversaciones, los británicos se avinieron a formar parte de la FIFA. Esto duró hasta 1928 en que por diferencias respecto del amateurismo que imperaba en casi todo el mundo y el profesionalismo que ellos practicaban, decidieron renunciar y seguir su propio camino.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1946, regresaron al seno de la FIFA ya definitivamente y se inscribieron en el campeonato mundial a celebrarse en Brasil en 1950. Ganaron la eliminatoria sobre Escocia (también clasificado), Gales e Irlanda del Norte. Finalmente, los escoceses decidieron renunciar a ir a Brasil considerando que no tenían un equipo competitivo y no fue reemplazado.

El sorteo determinó que Inglaterra, en su primera presentación en una Copa del Mundo, debía enfrentar a España, Chile y Estados Unidos, selecciones claramente inferiores. Nadie dudaba que los ganadores del grupo iban a ser ellos (solo el primero pasaba a la rueda final) pero…

La cosa empezó bien. En el flamante Estadio Maracaná, el 25 de junio derrotó por 2 a 0 a Chile, casi sin despeinarse. El segundo adversario era Estados Unidos, un equipo muy débil, integrado por varios jugadores latinos y sin ninguna experiencia internacional. El encuentro se llevó a cabo en Belo Horizonte y los “yanquis” recibieron la abrumadora adhesión del público local que veía a los ingleses como un serio candidato para arrebatarles el título.

El machacar sobre el arco norteamericano no daba frutos y los débiles norteños se defendían como podían. Las crónicas relataron que en apenas seis minutos, Inglaterra había pateado diez tiros al arco, estrellando dos en los palos del aterrado Borgui. Hasta que en el minuto 36 sucedió el milagro: en un contragolpe, un centro del puntero Walter Bahr, el arquero Williams que calculó mal, y el haitiano “Joe” Gaetjens de cabeza, marcó el sorpresivo gol que, defendido con uñas y dientes hasta el final, significó la victoria del equipo norteamericano en lo que fue la gran sorpresa del mundial. Al pitazo final siguió la invasión de una parte del público para pasear en andas al goleador y sus compañeros.

Tal fue la sorpresa, que las agencias noticiosas interpretaron en un principio que había un error y que el resultado debía ser 10 a 1. Pidieron confirmación y allí se despejaron todas las dudas. Los modestos yanquis habían derrota a la realeza del fútbol.

Pero no terminó ahí el infortunio inglés. Tres días después, España les ganó 1 a 0 y lo dejó afuera del mundial…

imagen-01El momento cumbre: Gaetjens ha cabeceado venciendo a Williams que mira resignado

imagen-02La hazaña se ha consumado y el goleador es paseado
en andas por la parcialidad brasileña

El goleador

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Joseph “Joe” Gaetjens nació en Puerto Príncipe, Haití, el 19 de marzo de 1924. Pertenecía a una familia acomodada y a los 22 años ya había ganado dos ligas de su país integrando el equipo de “Etoile Haitienne”. Dado que no podía vivir del fútbol, emigró a Nueva York con sus padres ingresando en la Universidad de Columbia para seguir la carrera de contador. Su primer trabajo, para costearse los estudios, fue lava platos en un restaurante, cuyo propietario lo era también de un equipo de fútbol neoyorquino, el Brookhattan. La Liga de Estados Unidos estaba en formación, tratando de ganarse el gusto de la gente (el béisbol superaba a todos) y “Joe” comenzó a destacarse como goleador.

Se aproximaba el mundial de 1950 y fue convocado para la selección norteamericana, aunque no estaba nacionalizado, pero tuvo la promesa de cumplir el trámite luego del mundial, algo que nunca ocurrió. En esos tiempos no había demasiadas exigencias en los fichajes, de modo que pudo integrar el equipo sin problemas junto con otros compañeros que estaban en la misma situación.

Su gol tuvo extraordinaria repercusión y pasó a ser una figura muy popular en Haití. En 1953 se fue a Francia para jugar en el Racing de París, pero su paso resultó un total fracaso. Regresó rápidamente a Puerto Príncipe para alistarse en su primer equipo, el “Etoile”, pero sin el éxito anterior. Jugó su último partido en la selección haitiana el 27 de diciembre de 1953 ante México por las eliminatorias para el mundial de Suiza de 1954 con una derrota 0-4.

Por las frecuentes lesiones decidió abandonar la actividad a los 29 años, dedicándose a los negocios publicitarios. Se casó en 1955 y tuvo tres hijos.

Si bien nunca se involucró en política, su familia estuvo relacionada con el candidato opositor a François Duvallier en las elecciones de 1957. Cuando el 7 de julio de 1964, Duvallier se autoproclamó presidente vitaliacio de Haití, su familia debió exiliarse a la República Dominicana. Joe consideró que no tenía motivos para huir y se quedó. El 8 de julio fue detenido por la policía y nunca más se supo de él. Se estima que fue torturado y asesinado dos días después, pero su cadáver nunca apareció.

Doce años después de su muerte, su nombre pasó a integrar el Salón de la Fama de Estados Unidos por aquel memorable gol. Sin embargo, en su país nunca tuvo reconocimiento alguno.

Fuentes consultadas:
Historia de los Mundiales – El Gráfico (1976)
Historias Mundiales – Eduardo Cantaro (2010)
Biblioteca Mundial del Fútbol – Editorial Océano, España (1984)
El Mundial de Fútbol – Pedro Escamilla (periodista español) – Editorial Miñón, Valladolid (1982)

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