El Cipo que ganaba, gustaba y goleaba

por Nicolás Horbulewicz, especial para el CIHF

Si todavía siento nostalgia por la tierra en la que crecí -a incluso más de veinte años de haber emigrado- es, en gran parte, por la pasión que despertaron en mí ciertos equipos de Cipolletti de aquel entonces y que no me la ha generado ningún otro. “El fútbol cambió”, dirán algunos, “el que cambió fuiste vos”, dirán aquellos que me conocen un poco más, y aunque está claro que el corazón no entiende de razones, en este caso hay más de una para explicar por qué el de la temporada 98/99 en el Nacional B, fue el que más me marcó a fuego.

Considero que el equipo en cuestión -que contaba con nombres de la talla de Marcelo Yorno, Lorenzo Frutos y Arsenio “Chiquito” Benitez, entre otros- quedará para siempre en mi retina y en la de la mayoría de los hinchas de “Cipo”, sobre todo por una cuestión: el ascenso a la Primera División fue, desde el principio del torneo y hasta incluso las últimas fechas, algo real, concreto y hasta muy factible. Basta con observar un poco las crónicas de aquella época para entender lo que este conjunto que ganaba, a veces goleaba y casi siempre gustaba, generó en gente de todas partes (los diarios y canales de Buenos Aires, como nunca, hablaron de Cipolletti).

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Pero, lamentablemente, este eco en los medios nacionales no siempre estuvo motivado por las razones más nobles y esto nos lleva al orden institucional. Porque, por más paradójico que parezca, ese equipo que jugaba como los dioses necesitó varias veces de la ayuda de un ser superior para cobrar sus haberes. O para entrenar dignamente, siquiera. Y resulta necesario agregar que no solo se comenzó con un cuerpo técnico y se terminó con otro sino que, también, la conducción del club no fue la misma al principio que al final.

En lo estrictamente deportivo, el equipo terminó tercero en la tabla general de la Zona Interior (con recordadas goleadas a Olimpo de Bahía Blanca -5 a 0-, a San Martín de Tucumán -4 a 2 en condición de visitante y 4 a 1 de local-, y a Gimnasia y Tiro de Salta por 5 a 1), y clasificó para jugar el reducido por el segundo ascenso. Allí dejaría en el camino a Godoy Cruz de Mendoza, Nueva Chicago y, finalmente, en cuartos de final, no podría doblegar al entonces humilde Defensa y Justicia, en una llave que resultó favorable para los de Varela pero que, sobre todo por el partido de vuelta jugado en Río Negro, debió haber sido para los patagónicos.

Pero los partidos no se merecen, se ganan, y hoy en día las realidades de estos equipos son muy diferentes, aunque esa es, definitivamente, otra historia.

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