La partida de Rodolfo José Fischer se suma a las de Telch, Buttice y Doval, grandes protagonistas del plantel Campeón de 1968 conocido como Los Matadores, aunque el loco no llegó a jugar por encontrarse suspendido aquel año.
Por Fernando Serra, socio del CIHF.
El Lobo, así se lo conocía, fue de los más destacados delanteros de aquel equipo y de esa etapa muy efectiva para los azulgranas. Había nacido en Oberá, Misiones, el 16 de julio de 1944, y llegó a San Lorenzo para incorporase en la tercera división luego de jugar su adolescencia en su tierra natal.
Debutó en la 1º fecha del campeonato de Primera División de 1965 ante Argentinos Juniors, el domingo 18 de abril en el estadio de Atlanta donde el “bicho” hizo de local, y finalizó igualado en un tanto por bando. Ese día San Lorenzo alineó a Agustín Irusta; Oscar Prosenatto y Raúl Páez; Rolando Gramari, Roberto Telch y Rafael Albrecht; Juan C. Carotti, Alberto Rendo, Fernando Areán, Horacio Doval y Rodolfo Fischer. DT: Nicolás Palma.
Solo disputó tres encuentros en ese torneo, pero se hizo presente en el arco rival con 2 goles, demostrando desde muy temprano su capacidad para llegar a la red. Volvió a ser titular en la 10ª jornada, nuevamente en el estadio de Atlanta, esta vez ante los “bohemios”, y cerró su primer año en la última fecha en Boedo ante Huracán en el triunfo 4 a 2. Ese día, 19 de diciembre, convirtió sus primeros dos tantos, nada menos que frente al clásico rival y en el Gasómetro.
En 1966 tuvo más presencia en el primer equipo, jugando casi el 50 por ciento del certamen, y a partir de 1967 se adueñó de la camisa titular, pasando a ser uno de los más importantes goleadores de la historia de San Lorenzo.
Con el Ciclón logró el título del Metropolitano de 1968, elenco entrenado por el brasileño Tim, en forma invicta, y llegó a anotar 13 goles, el más importante, en la final ante Estudiantes de La Plata en el tiempo suplementario y que valió un campeonato.
Con el torneo Metropolitano 1972 ya iniciado, y siendo una vez más el goleador del equipo con 11 conquistas, fue vendido al Botafogo de Brasil donde jugó durante 4 temporadas y una en Vitoria de Bahía. Al mismo tiempo formó parte de los planteles de la Selección Nacional durante los primeros años de la década del ’70, pero su partida al fútbol extranjero le restó chances de llegar a ser parte del Mundial de Alemania 1974. Tampoco pudo disfrutar del bicampeonato de 1972, a pesar de su importante aporte hasta la 12ª fecha en que cerró su primer ciclo en San Lorenzo en la victoria ante Lanús en Av. La Plata y con gol suyo.
Su segundo ciclo en San Lorenzo fue en los torneos de 1977 y 1978, ya sin la brillantez de la etapa anterior, y con el atenuante de que el club no contaba con los planteles de excelencia de otros tiempos. Aun así se destacó su imponente figura en la delantera aportando su calidad goleadora y potencia ofensiva. Jugó su último partido con la remera azulgrana en el Nacional de 1978, un torneo muy aciago para San Lorenzo. Cerró su ciclo en la 9ª fecha en Quilmes donde el local se impuso 1 a 0, el domingo 3 de diciembre. Su inmensa figura merecía otro final.
Jugó un año en Colombia y en 1980 retornó al fútbol argentino para formar parte del plantel de Sarmiento de Junín en la Primera B, que ese año, con un equipo compuesto por un montón de experimentados jugadores como Glaría, Peracca, Salomone, Iglesias y Hernandorena entre otros, logró su histórico primer ascenso a la división superior. El lobo se anotó en esa campaña con algunos partidos de relevancia. Finalizó su carrera deportiva en Sportivo Belgrano.
Sus números
- En San Lorenzo jugó 272 y convirtió 143 goles
- En Sarmiento disputó 19 partidos y convirtió 4 goles
- En la Selección Nacional disputó 35 encuentros y convirtió 12 goles