¡Feliz día del historiador!

Desde hace ya 22 años, los 1° de Julio se celebra el Día del Historiador de la República Argentina, como resultado de la Ley N° 25.566 que estableció esa fecha para “recordar y homenajear el esfuerzo que han realizado y realizan los escritores, investigadores, profesores y aficionados dedicados al estudio, propalación y análisis de los acontecimientos de carácter histórico”.

Una primera lectura del párrafo precedente nos lleva a pensar que se refiere a aquellos historiadores que se han dedicado a los sucesos y acontecimientos del país desde el campo humanístico, político, social y/o económico a partir de 1810 y 1816 cuando nuestro país inició su proceso de soberanía, o quizás desde aquel lejano 1536 en que Don Pedro de Mendoza fundó la ciudad de Buenos Aires o, hilando aún más fino, desde la fecha aún indeterminada en que nuestro bendito suelo fue pisado por primera vez por un ser humano. Pero sabemos que la historia es algo íntegro que abarca también otros campos, tal vez algo menos “serio” o “catedrático” que aquellos, mas no por ello menos importante, sobre todo para los cenáculos que cultivan esas historias particulares.

Y el CIHF -Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol- es uno de esos tantos círculos donde la investigación se ciñe a un campo específico, aunque casi siempre vinculándola con los anteriormente mencionados.

¡Sacrificada tarea la del investigador de fútbol! Generalmente resulta una tarea muy ardua y con muchas penurias intentar escribir la historia del fútbol, los orígenes de los clubes o los desarrollos de algunos torneos. No es así en los últimos años cuando la información resulta muy abundante, pero si retrocedemos en el tiempo, hasta llegar a aquel 8 de septiembre de 1864 donde se registra la primera noticia sobre el deporte foot ball, la carencia de documentación fidedigna y la ausencia de registros oficiales son los principales obstáculos con los cuales suele tropezar el historiador.

Ante esas carencias, muy a menudo en la recreación pueden resultar de ayuda la memoria de la gente y los conocimientos que se van transmitiendo de generación en generación. Pero a veces esto actúa en forma contraproducente generando confusión, especialmente cuando el paso de los años debilita la memoria o cuando los conocimientos están teñidos por los egos o el fanatismo. En ocasiones esto da origen a una información errónea que, una vez puesta en el papel pasa a ser repetida por diversos medios, hasta considerársela totalmente fidedigna. Por esas causas el historiador, basándose en hechos y documentos irrefutables, pero también en suposiciones y manifestaciones orales, termina de alguna forma “fabricando la historia” que, en posteriores investigaciones o hallazgo de nueva documentación, puede evidenciar inexactitudes.

Pero estas vicisitudes y contratiempos no nos amedrentan a los historiadores del fútbol, por el contrario, nos estimulan e impulsan a continuar avanzando en la búsqueda de ese dato inédito que nos lleve a descubrir la verdad. Porque si todo estuviera totalmente documentado o “todo guardado en la memoria”, como dice León Gieco, entonces nuestro trabajo no tendría razón de ser.

Por estos motivos los historiadores del fútbol reivindicamos nuestra profesión y ocupar el sitio que hemos ganado en estas celebraciones del 1° de Julio.

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