Un día triste para el fútbol a nivel mundial, principalmente para el pueblo brasileño. El socio Felipe Soutinho lo despide desde Brasil.
En 1958, cuando Brasil ganaba su primer título mundial de fútbol, yo llegaba a este mundo. Claro está que no podía tener idea de lo que era el fútbol, mucho menos de que había un Pelé.
Como demoré un poco a interesarme por el fútbol -recién empecé a acompañarlo en 1970, a los doce años-, no tuve la oportunidad de ver lo mejor de la carrera del Rey. Pero vi lo suficiente para reconocer lo que era: un superdotado, que además de unas características innatas para el deporte en general y para el fútbol en particular, agregaba a eso una dedicación enorme a primorear su técnica, en parte gracias a la influencia de su padre, Dondinho, un exjugador, delantero habilidoso y goleador, que no tuvo más proyección por una lesión que lo alejó del fútbol grande tempranamente. Dondinho lo hacía practicar el remate con las dos piernas, la técnica del cabezazo (mantener los ojos abiertos y sin perder la pelota de vista), el dominio con el pecho (inflando antes y desinflando al recibir el balón), y otros “trucos” que, sumados a lo que la naturaleza ya le había aportado, lo llevó a ser el mejor futbolista de su tiempo.
No voy a hablar de lo que no presencié, o de lo que vi solo en videos. Yo tuve pocas oportunidades de verlo en la cancha. En realidad, un par de veces en el Maracanã, jugando contra mi equipo, el Vasco da Gama. En el primero, en 1970, tuvo un partido discreto y su equipo fue goleado 5-1. Ese día el rey fue Machado da Silva, entonces jugador de Vasco. El otro fue en 1974, otra derrota santista, de esa vez por 2-1, con un gol de Pelé de tiro libre. Lo que sí pude ver fue el Mundial de 1970, el primero a transmitirse en vivo. Y allí estuvo el mejor Pelé.
Después de perder casi todo el Mundial de Chile en 1962 por una lesión en el partido contra Checoslovaquia, y de ser cazado en cancha en el de Inglaterra en 1966, el Rey quería desquite. Y vaya si lo consiguió. En México 1970, el mundo vio nuevamente el mejor Pelé. Curiosamente, las jugadas que más quedaron en la memoria de su actuación en ese mundial fueron las que no resultaron en goles: el tiro desde media cancha contra Checoslovaquia, el cabezazo que le sacó Banks contra Inglaterra, la finta de cuerpo ante la salida de Mazurkiewicz y el tiro que pasa lamiendo el palo ante Uruguay. Fue como si Dios dijera: “Basta hijo, ¿ya no hiciste demasiado? El único perfecto soy yo…”
Yo, un pibe de 12 años que recién empezaba a amar eso del fútbol, lo vi maravillado hacer todo eso y tantas otras cosas más en ese mundial. El pase al milímetro para que Carlos Alberto marcase el cuarto gol contra Italia en la final fue el broche de oro para esa actuación y para hacer que ese “garoto”, que gateaba en el deporte de la pelota, lo admirase para siempre.
Hay algunas polémicas respecto la cantidad de goles marcados por el Rey Pelé. Hay quienes digan que no se deben contar los amistosos, otros que no se deben considerar los campeonatos paulistas, porque no eran torneos nacionales, y tantos otros argumentos. Yo siempre consideré que esos son argumentos relativos, porque todos querían ganarle al Santos, al equipo de Pelé. Y ¿qué importa si es un amistoso, si después podemos decir “le ganamos al Rey”? Entonces, si los adversarios están poniendo su mejor esfuerzo para ganarte, mismo siendo un partido amistoso, ¿se puede efectivamente decir que los goles que les metas no cuentan? O que los goles ante el Getafe por el campeonato español o la Udinese por el italiano valen más que los que marques al Corinthians, Palmeiras o São Paulo, porque esos son por el campeonato paulista? Debatible…
Lo que significó Pelé para el mundo es incomparable. Se paró una guerra para verlo. Fue en Nigeria, en 1969. El Santos iba a jugar en una zona conflictuada, y la lucha se interrumpió para ver jugar al equipo del Rey. En 1972, en Trinidad y Tobago, otra vez un amistoso del Santos en local con disturbios civiles y tanques en las calles. Los jugadores del Santos querían irse lo más rápido posible después del partido, pero no contaban que, después del final, el público invadiera la cancha y lo llevara a Pelé en andas por las calles de la ciudad. Por fin, el Rey fue rescatado y las consecuencias no pasaron de un retraso en el vuelo de vuelta.
Por todo eso, el final de su carrera deportiva lo llevó a los Estados Unidos. Pelé se había retirado del fútbol, pero problemas con sus negocios lo llevaron a necesitar volver a las canchas. La NASL (North American Soccer League), que deseaba promover el fútbol en el país, lo eligió el símbolo perfecto para ese fin. Allí también brilló, mismo jugando eventualmente en canchas adaptadas, siendo el embajador ideal para la difusión del balompié en canchas norteamericanas. Y allí dejó definitivamente el deporte.
Hay varias polémicas respecto su vida privada. Su relación con los hijos, sus negocios, hay cosas no muy agradables o poco claras. Pero lo que representó deportivamente es incomparable. Yo pienso que el fútbol tuvo varios reyes. Como en la vida común, el tiempo pasa, y los reyes cambian, de acuerdo con la época en que viven. Así que hubo reyes antes y habrá reyes después de Pelé. Pero mismo entre los reyes existe una jerarquía, y creo que será muy difícil que haya un tan grande mundialmente como él, que represente lo que él representó de manera tan global.
¡Adiós Pelé, el Rey, Primero y Único!